De Madrid al mar: el bus playero de las vacaciones por un día en Benidorm

Madrid | Benidorm

Todos los viernes de verano al filo de la medianoche hay un autobús que hace tres paradas para cargar a gente en Madrid: Ciudad Lineal, Avenida América y Atocha. Cuando ya están todos parte rumbo a alguna playa del litoral mediterráneo para poder disfrutar de, al menos, un día de playa. Y a las seis de la tarde vuelta a Madrid. Casi 1.000 kilómetros por un chapuzón. Se trata del Bus Playero Viajero Perú Madrid que organiza Miluzka Arias, una peruana que trabaja de camarera durante la semana y que dedica su tiempo libre a organizar estos tours exprés.

El autobús va lleno. Allí viajan todo tipo de personas. Hay quien lo hace en pareja, quien lo hace solo, quien lo hace en familia e incluso quien lo hace después de salir de trabajar. La ilusión y las ganas de verano es lo que se huele en el ambiente de este autobús que permite escaparse de la gran ciudad de asfalto gris que es Madrid.

- ¿Pero ir y volver a Benidorm en 24 horas para estar un día de playa merece la pena?

- Sí.

La respuesta es unánime. Muchos de los pasajeros no se pueden permitir irse de vacaciones. Y es que, a pesar de que el descanso y el disfrute de nuestro tiempo de ocio es un derecho recogido en el artículo 24 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, no siempre nos lo tomamos en serio. Se calcula que 1 de cada 3 familias españolas no puede permitirse ni una semana de vacaciones al año, según la Encuesta de Condiciones de Vida de 2022. Un dato que no impresiona teniendo en cuenta que un cuarto de ellas tiene problemas para llegar a fin de mes.

A las 6 de la mañana el bus llega a Benidorm y sus pasajeros son los primeros en llegar a la playa de Poniente de la ciudad alicantina. Mucho antes que los jubilados más madrugadores o que los ingleses que vuelven borrachos a sus apartamentos. Una estampa insólita. Algunos aprovechan para dormir sobre la arena las horas que no han logrado en el autobús, otros aprovechan para darse el primer chapuzón de agua salada y hay quien prefiere hacer fotos del skyline de la ciudad levantina al alba.

Benidorm no es glamuroso, ni exclusivo, ni paradisíaco. Pero hay sol, hay playa y es barato. Y eso lo hace un destino democrático, que es más que suficiente.