Amigo marcial, ¿nos conocemos?
"Además, cuando Feijoo llegaba a su despacho de la Xunta, seguramente pedía a su jefa de prensa aquello que le decía un espía de John Le Carre a uno de sus subalternos: «Téngame informado, pero no muy informado; nada de pamplinas»"
Galicia
En El último tango en París, poco después de que los personajes que encarnan Marlon Brando y Maria Schneider tengan relaciones sexuales sin quitarse siquiera los abrigos, y sin conocerse de nada, él le pide a ella que no le diga su nombre. Prefiere ignorar quién es y de dónde viene. «Es bonito no saber nada el uno del otro», afirma Brando. Esa forma de mantenerse ignorante a propósito, para curarse en salud, me pareció siempre una actitud a considerar. La puso en práctica con Marcial Dorado Núñez Feijoo, al que puedo imaginar susurrándole «No me digas que eres narcotraficante. Hablemos de cosas bonitas. ¿Me pones crema?». Aparentar desconocimiento abre caminos interesantes. «Es que no lo sabía» sigue siendo una de las grandes excusas para escurrir el bulto. La prensa llevaba desde los ochenta publicando quién era y a qué se dedicaba Marcial Dorado. Pero tiene mucho sentido que a mediados de los noventa Feijoo no supiese que era un célebre narco. Solo eran grandes amigos que iban juntos hasta de vacaciones. Además, cuando Feijoo llegaba a su despacho de la Xunta, seguramente pedía a su jefa de prensa aquello que le decía un espía de John Le Carre a uno de sus subalternos: «Téngame informado, pero no muy informado; nada de pamplinas».