"Este país es demasiado bello como para que los fascistas lo hagan suyo": las cartas que narran la Guerra Civil en España

Voces como la de la corresponsal americana, Martha Gellhorn o la del escritor Miguel de Unamuno dieron voz al conflicto que arrancó el 17 de julio de 1936 con la sublevación militar contra la Segunda República

Cartagrafías | "Este país es demasiado bello como para que los fascistas lo hagan suyo": las cartas que narran la Guerra Civil en España

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Madrid

Tal día como hoy, del 17 de julio de 1936, los generales Emilio Mola y Francisco Franco iniciaron en España una sublevación para derrocar a la República elegida democráticamente. Era el inicio de la Guerra Civil en España que duraría hasta abril de 1939, terminaría con la proclamación de una dictadura y con cientos de miles de muertos relacionados directa e indirectamente con la contienda o represaliados. Hay muchas maneras de acercarse a este conflicto y nosotros hoy lo vamos hacer desde el universo epistolar.

Empezamos con una carta en particular, muy ambigua, enviada por Franco antes del Golpe de Estado que sigue suscitando debate entre los historiadores. La misiva está en el libro “Las cartas de Franco” de Jesús Palacios, cuando Franco era general en Canarias, tres semanas antes del Golpe. La dirige al presidente del Consejo de Ministros, Santiago Casares Quiroga. Los historiadores se debaten en determinar cuáles fueron las verdaderas intenciones de la carta. Si era cinismo puro, si estaba menos decidido que Mola o Sanjurjo a dar el golpe, si quería beneficios a cambio de detener el complot, si podría ser una manera de lavarse las manos si no salía bien, una estrategia para confundir aún más. Franco -que sepamos- no recibió ninguna respuesta por parte del Gobierno a su carta.

A las siete y cuarto de la mañana del 17 de julio del 36 el general Emilio Mola, envió, a través de un enlace, tres radiotelegramas en clave para varios generales. Entre ellos a Franco a Tenerife con la orden de comenzar el alzamiento. El 18 de julio comenzaba oficialmente la Guerra Civil española y empiezan los mensajes cruzados que envían los telegrafistas, radiados o publicados en la prensa de una España que se va partiendo en dos. Hablan de bombardeos en ciudades como Madrid o Bilbao. Intelectuales como Victoria Kent o Miguel de Unamuno, escribieron cartas analizando la situación. Unamuno, en concreto, que había apoyado en un primer momento el Golpe, escribe varias a un amigo que está en el frente lamentando la deriva de los acontecimientos. Ya habían fusilado a varios de sus amigos y había tenido el célebre encontronazo, en la Universidad de Salamanca, con el militar Millán-Astray tras un discurso que le valió al escritor la destitución y que lo retuvieran en su propia casa donde fallecería en diciembre del 36 por causas que no están claras, bajo la sospecha que pudo ser asesinado por los golpistas:

"Ay, mi querido y buen amigo, qué impresiones me despierta su carta y en qué situación. Empiezo por decirle que le escribo desde una cárcel disfrazada, que tal es hoy ésta mi casa. En este estado y con lo que sufro al ver este suicidio moral de España, esta locura colectiva, esta epidemia frenopática. Entre los unos y los otros están ensangrentando, desangrando, arruinando, envenenando y entonteciendo a España. Es un estúpido régimen de terror. Aquí mismo se fusila sin formación de proceso y sin justificación alguna"

¿Cómo funcionó el servicio de correos y qué era una madrina de guerra?

En España, no existe como tal un archivo nacional que agrupe cartas relacionadas con la Guerra Civil y que pueda consultarse fácilmente online a diferencia de lo que sucede en otros países como Reino Unido. Familias e investigadores han ido trabajando con archivos provinciales, militares o particulares. Destacan trabajos como el del investigador Rafael Camps que analiza cómo funcionó el servicio de correos durante la guerra -muchos funcionarios serían purgados después-. Cuenta que sobres y sellos se convirtieron en soportes para la difusión masiva de propaganda política, que los censores tenían tal volumen de trabajo que había que dejar los sobres abiertos para agilizar o el ingenio de la gente para burlarla, enviando por ejemplo, notas en las costuras de la ropa. Fue fundamental la ayuda de los delegados de escritura porque en España había altos índices de analfabetismo. También existió la figura de las madrinas de guerra que se carteaban con soldados desconocidos que estaban en el frente como en el caso de Carmen Sánchez, que se carteó con 30 soldados. Su hija dio con ellas de casualidad y las recopiló en un libro.

Otros libros interesantes vinculados a la correspondencia son “Voces de la trinchera” que recoge correspondencia republicana o las cartas que recopila nuestro compañero José Antonio Ponseti, en su libro La Caja Azul, misivas que envió su abuelo Antonio, republicano desaparecido en combate en la Batalla Estaban dentro de una caja que su madre le entregó antes de fallecer.

La historia de la cantante de vodevil que pudo salvar la vida de un piloto americano gracias a una misiva a Franco

Luego se han ido conociendo cartas de las Brigadas Internacionales o recientemente se ha recuperado la correspondencia censurada de los soldados italianos que combatieron con Franco. Relatan la brutalidad de su propio bando, intercambiaban trucos para autolesionarse y volver a casa. Otra historia, muy curiosa, es la vinculada a un piloto americano, Harold Dahl, que se alistó como mercenario de la aviación republicana. Fue apresado y condenado a muerte pero se salvó gracias al ruido mediático que hizo en Estados Unidos su novia, una cantante vodevil, que le mandó una carta y una fotografía suya a Franco pidiendo clemencia. Su historia inspiró la película ‘Adelante mi amor’.

Entre 1936 y hasta el final de la dictadura franquista, miles de españoles fueron privados de su libertad en prisiones, campos de concentración. Las cartas eran casi el único medio para combatir la soledad y el terror. Son célebres las del poeta Miguel Hernández donde relata la situación en la cárcel de Alicante donde murió de tuberculosos, las de Las 13 Rosas, las trece jóvenes fusiladas por sus ideas en Madrid. En este sentido, os recomiendo el trabajo de Verónica Sierra, profesora de la Universidad de Alcalá de Henares, en su libro “Cartas presas”. Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, nos envía esta carta de Maximino Villaverde, un comunista que fue ejecutado en 1936. La escondió tras un ladrillo y apareció en 1995. Pudieron entregársela a la única hermana que quedaba viva. La lee el actor Carlos Olalla:

En el histórico Hotel Florida de Madrid se alojaron muchos de los corresponsales y escritores que cubrieron la Guerra Civil como Hemingway, Robert Capa, Orson Welles y muchas mujeres, periodistas pioneras que se abrieron camino en un mundo de hombres como Martha Gellhorn, escritora y periodista, que viviría una intensa historia de amor con Hemingway. Martha está considerada una de las corresponsales más importantes del siglo XX con correspondencia como la que mantuvo con Eleanor Roosevelt:

"¿Y sabe otra cosa? Este país es demasiado bello como para que los fascistas lo hagan suyo. Ya han convertido Alemania, Italia y Austria en algo tan repugnante que incluso el paisaje es feo. Cuando conduzco por las carreteras de aquí y veo las montañas de piedra y los campos áridos a ambos lados, los parasoles clavados en la arena de las playas, los pueblos del color de la tierra y los lechos de grava de los ríos, la cara de sus agricultores, pienso: ¡hay que salvar España para la gente decente, es demasiado hermosa como para desperdiciarla!".

Terminamos con la historia y carta que envió Simone Weil, la filósofa francesa, a un escritor católico. Weil se había unido a los republicanos en el frente, llegó a aprender a manejar el fusil, pero enseguida le asoló un sentimiento de culpabilidad al ver el baño de sangre. Sus padres la sacaron de Barcelona tras un incidente: «Cuando se sabe que es posible matar sin arriesgarse a un castigo ni reprobación, se mata; o al menos se rodea de sonrisas alentadoras a aquellos que matan».

La Guerra Civil inauguró una de las etapas más oscuras de nuestra historia. Están las cartas y la memoria para recordarla a pesar de que algunos se empeñen en borrar sus consecuencias.

 
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