Pese al lodazal

Barcelona

Pese al bronco lodazal del debate, algunas cosas fueron evidentes. Contrariamente a lo que opinan muchos que lanzan alabanzas a la seguridad y apariencia presidencial de Feijóo, parece más obvio concluir que un verdadero aspirante a presidente no escupe nuevamente no se sabe qué responsabilidades por el terrorismo de ETA a sus rivales. Y menos al representante de un partido, como el socialista, que fue el que acabó con el terrorismo etarra hace más de un decenio.

Contrariamente a quienes opinan que la interrupción continua a Sánchez, en un verdadero bloqueo a la discusión sobre economía, supuso una hazaña del líder conservador, parece más exacto concluir que el enorme porcentaje de datos falsos que aportó más bien ahondan en su escasa destreza en política económica. Contrariamente a quienes celebran la contundencia de los ataques al Gobierno porque algunas de sus leyes fueron aprobadas por Bildu, parece más sensato concluir que la principal conclusión del evento fue que PP y Vox han constituido una sociedad ilimitada, que manda en comandita en 140 municipios. Y que son tan íntimos, que Feijóo no se distanció un milímetro de los ultras, ni de sus lemas, como de esa atrabiliaria consiga de “que te vote Txapote”: y dicen que es moderado y ponderado.

Muchos comentaristas culpan a los dos protagonistas por el tono bronco del debate. Sí. Pero si hubiera habido ahí algún moderador con oficio, o con empeño, o con claridad de ideas, o dispuesto a exigir datos fiables o a comprobarlos durante la misma discusión, otro gallo habría cantado. No hubo nada de eso, a diferencia de lo que sucedió en el pasado. O sea, que si alguna política marcha a peor, cierto periodismo cabalga hacia la nada.