¿Es seguro verter al mar el agua radiactiva de Fukushima?

La intención de Japón de verter al Océano Pacífico el agua contaminada de la central nuclear de Fukushima ha generado una alarma medioambiental. El Organismo Internacional de Energía Atómica ha dado su visto bueno al vertido gradual de más de 1,32 millones de toneladas de líquido contaminado de materiales radiactivos. Considera que el impacto radiológico no será significativo para la salud humana y el medio ambiente.

Esas aguas residuales proceden de la refrigeración de los reactores que se fundieron en el desastre nuclear de 2011 y continúan emitiendo gran cantidad de radiación, y la compañía eléctrica TEPCO, propietaria de la central, no tiene espacio para seguir acumulándola. El proceso para eliminarla sería lento, para diluirla en el mar, y llevaría unas tres décadas.

“El problema es que, al ser agua radiactiva con distintos tipos de isótopos, es una especie de experimento a escala planetaria que nunca antes se ha hecho”, asegura Cristina Roig, de Ecologistas en Acción. Un experimento que afectará no solo a esta generación sino también a las siguientes.

Roig acusa a las autoridades de no haber eliminado todos los isótopos radiactivos de esa agua, como aseguran. “La OIEA lleva solo dos años haciendo análisis allí”, explica. Desde el accidente, solo TEPCO y el Gobierno japonés se han encargado de gestionar el desastre, y su palabra “tiene poca fiabilidad”, denuncia la organización ecologista.

“TEPCO dijo en agosto de 2021 que tenía que volver a procesar casi el 70% del agua que ya había filtrado para eliminar ese material radiactivo porque no había sido bien filtrada”. Roig explica que el proceso es complejo y no funciona bien, y hace cinco años la prensa japonesa descubrió que “se estaban colando una gran cantidad de isótopos radiactivos muy peligrosos”, tras lo que la empresa lo reconoció.

Frente a la afirmación de la empresa de que no pueden almacenar más agua, Roig cree que deberían asignar más espacio para ello, teniendo en cuenta que isótopos radiactivos como el tritio tienen una vida media de 13 años. Si lograran mantener el agua almacenada varios años, los niveles de radiactividad serían mucho menores.

Algunas soluciones alternativas

El problema que plantea esta medida es su coste económico y de tiempo. “El Gobierno japonés está decidido a pasar la página de Fukushima cuanto antes y, de la misma manera que está impulsando a la gente a volver a los a los territorios en las zonas evacuadas, también quiere solucionar cuanto antes el problema del entorno de la central”, asegura Roig. Por eso, dice, no han querido considerar otras formas de solucionar el problema.

Entre ellas, la filtración a través de moluscos filtradores como las ostras, que permitiría acumular las sustancias radiactivas en la concha de estos moluscos y manejarla más fácilmente. Pero también el uso de esa agua para hacer cemento. Este material tiene capacidad para bloquear las emisiones radiactivas y al mismo tiempo, el material sólido facilita la separación de esas sustancias del medio ambiente hasta que descienda su contaminación.

El abandono paulatino en Europa de la energía nuclear plantea problemas de gestión de los residuos radiactivos. En España, el plan actual contempla un almacén de residuos de baja y media actividad localizado en la sierra de Hornachuelos, en Córdoba, que se ampliará para acoger los residuos del desmantelamiento de todas las centrales nucleares de aquí hasta 2035.

El nuevo plan del Ministerio de Transición Ecológica de Teresa Ribera plantea hacer un almacenamiento geológico en profundidad para todos los residuos. Hasta entonces, los residuos permanecerían cerca de las centrales nucleares en lugar de trasladarse a otro almacén. El problema que encuentra Ecologistas en Acción es que no se espera contar con ese almacén geológico en profundidad hasta 2073.