Putin tiene miedo
¿Dónde aparcarán los tanques? ¿Junto a las garitas del Kremlin? ¿En los accesos al hermoso metro de Moscú? ¿Rodearán la capital? ¿Se estacionarán en el césped de la dacha del autócrata?
Barcelona
El Kremlin dotará con tanques a la guardia presidencial que protege a Putin. Esta es una noticia sorprendente, quizá la más extraordinaria entre todas las consecuencias del golpe de Estado fallido perpetrado por la división mercenaria Wagner. ¡Tanques para reforzar a los guardaespaldas! ¡Blindados para ayudar a los seguratas! ¡Armas gruesas de guerra para proteger los semáforos de acceso a la plaza Roja! Ni siquiera las guardias pretorianas de los emperadores romanos contaban con despliegues de material tan enormes.
¿Dónde aparcarán los tanques? ¿Junto a las garitas del Kremlin? ¿En los accesos al hermoso metro de Moscú? ¿Rodearán la capital? ¿Se estacionarán en el césped de la dacha del autócrata?
Son solo preguntas, quizá impertinentes, sí, pero más bien ingenuas.
Están formuladas con un único propósito: visualizar el ritmo de dislate al que se toman las decisiones en la cúpula moscovita. Y evidenciar que algunas de esas decisiones se adoptan bajo el síndrome de un miedo paralizante. Del pavor. Y ponen de manifiesto que el episodio de los mercenarios no era solo una “traición” de las habituales en los círculos del sátrapa, sino algo mucho más profundo. Ni era tampoco, desde luego, una “marcha por la justicia” contra su ministro de Defensa.
A medida que pasen las horas sabremos más detalles del modo paranoico en que el Gran Espía mantiene su poder.
Y que provoca, cada día, la muerte de muchas personas inocentes.
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Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...