El deporte sensato
Cuando buena parte de la vida pública enloquece, siempre nos queda el deporte
Barcelona
Cuando buena parte de la vida pública enloquece, siempre nos queda el deporte. Si es deportivo, mesurado, respetuoso. Rafa Nadal ha anunciado hoy que suspende toda su actividad, campeonatos y entrenamientos. Por razón de su salud maltrecha. Y que a buen seguro su última repesca será, si lo es, en 2024. Con naturalidad, sin dramatismos.
Esa decisión parece acertada, incluso quizá la aplazó demasiado. Responde a un cálculo ponderado, sensato. Su coste (deportivo) es inferior a su beneficio (físico y humano). La ganancia inmediata de continuar se valora menos que su logro posible a más largo plazo. Sus valores (el equilibrio personal) pesan más que las palancas instrumentales (para ganar más, obtener aún más triunfos). Su prudencia contrasta con tantas locuras y exageraciones.
Es satisfactorio constatar que también entre los famosos queda gente normal. Distinta a esos clubs que se creen los mejores, desprecian a los demás y al cabo cosechan derrotas, como todos. Al patrioterismo de concursos musicales donde la bandera resulta más importante que la melodía. Y a la reinvención de la historia a cargo de personajes públicos que confunden el pasado muerto, como si pudieran resucitarlo, con un presente vivo. Al lado de todo eso, la actitud de Nadal es otra vez reconfortante.
Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...