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Cannes 2023 | Kore Eda vuelve a emocionar con 'Monster', una bellísima historia de amistad que retrata al Japón actual

La francesa Catherine Corsini se queda a medias de su crítica al racismo y el clasismo de la sociedad francesa en el melodrama 'El regreso',

Fotograma de 'Monster' de Kore Eda / cedida

Fotograma de 'Monster' de Kore Eda

Si hay un director que domine las emociones ese es Hirokazu Kore Eda. El realizador japonés, uno de los veteranos de este Festival de Cine Cannes, donde ganó la Palma de Oro con Un asunto de familia, y el Premio del Jurado con De tal padre, tal hijo, vuelve a emocionar en el certamen francés con una historia íntima y sencilla, como las que suele acostumbrar contando retazos de las vidas familiares que acaban por ser un retrato de un país, Japón. Un drama en el que además homenajea al gran director japonés de todos los tiempos, Kurosawa.

Contada desde tres puntos de vista diferentes, Kore Eda coge la estructura de Rashomon, donde un mismo hecho se cuenta a través de tres enfoques, que explican a los personajes implicados en un altercado en un colegio. Eso permite al director la maestría de ir mostrando la intriga en la que se ven envueltos mostrando en cada una de las historias nuevos detalles con los que el espectador va haciéndose una idea de lo que ha podido pasar. Una manera de contar la historia que nos recuerda a un momento como el actual, donde los conceptos de verdad, mentira y falsedad han cambiado profundamente en esta sociedad de las redes sociales y la inteligencia artificial.

¿Quién miente? ¿El niño que acusa al profesor de un comportamiento violento y agresivo o el profesor que insiste en que ese niño acosa a otro compañero? Un caso de acoso por parte de un profesor a un alumno que acaba de perder a su padre y se comporta de manera extraña pone patas arriba la vida de un colegio en una pequeña provincia japonesa. Un colegio que, como tantos otros, por evitar perder prestigio y dinero -ahí está el problema de considerar la educación un negocio- trata de ocultar todo, de cerrar en falso con una disculpa, sin tratar de encontrar la verdad detrás de la historia.

El japonés se acerca, como en todos sus filmes, a dilemas morales en torno a la familia y la crianza en una sociedad, la japonesa en la que las apariencias son sumamente importantes. De ahí que el joven Minato, el protagonista de la película, no sea capaz de explicar lo que ocurre. Su madre, una mujer viuda y protectora, se enfrenta a la dirección del colegio, que solo quiere tapar lo que sea que haya ocurrido. Mientras, el espectador se convierte en un detective asistiendo a un drama familiar de esos que solía ver el director en su juventud y que soñaba con crear.

La historia se cuenta a través de los ojos de la madre, del profesor y del niño. Y entre medias aparecen otros personajes heridos por las acciones de los demás o de uno mismo. Sin embargo, Kore eda es capaz de socavar y aliviar la tragedia de sus personajes, de confiar en ellos y también en el espectador, que debe hacer un esfuerzo por no juzgar los hechos, que nunca son como parecen. Es como si Monster fuera una llamada de atención a no creernos lo primero que vemos o leemos, a escuchar a los demás y a habar de quienes somos, por muy monstruos que nos sintamos. Todo eso lo cuenta con sutileza, con emoción, pero sin sentimentalismo y con pequeños detalles, ese incendio de un burdel que desencadena todo. Los niños que pierden zapatos o un encendedor. Si Almodóvar es capaz de combinar el western y el melodrama, Kore Eda hace lo mismo con el melodrama y el suspense, sin alejarse ni un ápice de toda la belleza de su cine que viene acompañada de la hermosa partitura de Ryuichi Sakamoto, quien falleció de cáncer el pasado 28 de marzo.

Es la primera vez, desde 1995, en la que Kore Eda dirige un guion no escrito por él, sino por Sakamoto Yuji, con quien trabaja por vez primera. Ambos son de la misma generación, han vivido el mismo tipo de tabus comunicativos y familiares, donde las pseufamilias van creándose para sortear los vacíos amorosos y existenciales que deja la sociedad. Aquí la familia que se crea es la de dos niños que sienten que no encajan en una sociedad estricta y permisiva, donde si sales del canon puedes verte fuera de todo.

'El regreso', contar Francia a través de una familia

También sobre infancias, desarreglos, familias que no comunican habla el otro filme en competición, El regreso, de la directora francesa Catherine Corsini. La historia de una madre, viuda -la actriz Aïssatou Diallo Sagna- y sus hijas, que una década después regresan a Córcega, isla en la que nacieron y murió su padre cuando apenas eran unas niñas. Una isla llena de chalets de lujo, a la que acuden un verano en el que su madre cuidará de los niños de una familia rica, mientras las jóvenes tratan de divertirse en un ambiente de racismo y clasismo.

Corsini firma un drama correcto que apunta demasiados debates, pero que no acaba de desarrollarlos. Igual que en su anterior película, también en competición en Cannes, La fractura, la directora coge un pequeño problema familiar para contar a un país entero. En aquella película contaba la ira y la división de Francia en medio del colapso hospitalario al que llegaba una pareja de mujeres a punto de separarse. En El regreso cuenta cómo el racismo y la diferencia de clase hacen que emerjan esa rabia y esos conflictos que vive Francia.

Las protagonistas son tres mujeres negras que son tratadas como extranjeras por los blancos y rubios franceses que trabajan en las playas corsas. Una clase obrera que, dice la prensa, ha votado o vota a Le Pen. Luego está la familia para la que trabaja. Acomodados y votantes de izquierda. Intelectuales. Ella periodista de guerra y él tiene varias propiedades. Condescendientes con su asistenta negra y con sus hijas. Una de ellas, por cierto, entabla una historia de amor con la hija de los ricos. Una pena que Corsini no desarrolle más esos conflictos de clase que son los que dañan a la sociedad francesa y se centre más en el melodrama familiar y el historia de iniciación de unas jóvenes. Esa es, confiesa la directora, la parte autobiográfica, pues pasó una parte de su infancia en esa isla cuando murió su padre.

Hay escenas interesantes, como la de una fiesta salvaje de niños pijos, donde los blancos beben y se drogan mientras destrozan el chalet y los negros y pobres venden la droga. Una diferencia, entre los que disfrutan y los que trabajan que los ricos disfruten que está en toda la película. Sin embargo, la película decae cuando se acerca al drama íntimo de la familia.

La directora se ha defendido de las acusaciones sobre problemas en el rodaje, por una escena sexual con actores de menores de edad, algo que según la normativa francesa, tenía que haber avisado. La escena no está en la película. "Es un caso de misoginia", reconocía la directora en una entrevista en el diario francés Le Monde. "Se enviaron correos electrónicos anónimos y difamatorios a toda la profesión y a la prensa, contribuyendo a crear un rumor dañino para la película”, insiste Corsini. Cannes paralizó en abril la inclusión del filme precisamente por esas acusaciones, pero finalmente el certamen dijo que no encontró pruebas de que eso fuera cierto. Segundo día y segunda polémica, después de Johnny Depp.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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