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El cambio climático se come las Azores

Comprobamos desde Ribeira Grande cómo algunos pueblos han empezado a ser engullidos como consecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos

El agua se come las Azores

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Casas al borde de un barranco cada vez más erosionado por las olas del mar. El agua engullendo la tierra con cada marea. Es la fotografía que nos describe el corresponsal de la Cadena SER en Portugal Brais Suárez desde Calhetas, una pequeña pedanía de la costa norte de la isla de São Miguel.

Allí, los acantilados de piedra volcánica sufren una erosión que ya ha provocado varios desprendimientos, llegando incluso a obligar a algunos vecinos a abandonar sus casas. “La erosión del mar está generando un hueco en el acantilado debajo del pueblo”, explica el periodista.

Algunas viviendas han sufrido grietas y desprendimientos de parte de sus muros y tienen los cimientos comprometidos. Incluso la carretera principal del pueblo ha tenido que ser cerrada por su mal estado.

En Portugal, con extensas playas e intensas mareas, su reducción por el cambio climático es un problema creciente. Pero las islas Azores son especialmente vulnerables al aumento de los fenómenos meteorológicos extremos.

Calhetas, el pueblo más pegado al mar de la zona, tiene unos 30 habitantes. Muchos son ancianos que llevan toda su vida en esas casas y se resisten a dejarlas. El sentimiento que se respira es la resignación y el abandono de las autoridades de la región autónoma ante un problema que llevan sufriendo una década, aunque los desprendimientos más drásticos iniciaran el pasado mes de febrero.

Solo desde abril han perdido tres metros de pueblo. Una vecina relata cómo fueron cayendo a la orilla trozos de calles y algunos residentes se mudaron a apartamentos nuevos. Otra mujer que veranea en el pueblo ha notado cómo cada año el mar le va ganando terreno de una forma cada vez más evidente.

Brais Suárez

Brais Suárez

Los científicos que estudian el avance del mar calculan que cada año se come 3,5 milímetros de costa en Portugal. Sin embargo, la tasa de erosión costera anual es de 16 centímetros, debido a que el viento y el mar erosionan más rápidamente este tipo de piedra más débil. Por eso lo más preocupante es la mayor frecuencia de eventos meteorológicos extremos, es decir, los temporales que azotan las islas que son mucho más fuertes que antes y más drásticos.

La fragilidad de las casas, construcciones en su mayoría pobres y poco resistentes, se suman a la fragilidad del propio territorio de las Azores. El municipio ha aprobado recientemente un proyecto de 2,7 millones de euros con el que planean rellenar con cemento y otros materiales el trozo de acantilado horadado por el mar para sostener el pueblo. Una medida temporal, en todo caso, porque se prevé que el avance del mar acabe haciendo desaparecer este pueblo.

La peor ola de calor de Asia

El continente asiático, la zona del mundo con mayor densidad de población, lleva semanas sumida en la mayor ola de calor que se recuerda, con temperaturas superiores a los 40 grados en algunos países como Vietnam, China o Tailandia. India ha registrado los primeros fallecimientos y en Filipinas ha habido un pico de atención sanitarias a niños deshidratados en las escuelas.

Una situación “intratable”, en palabras de un español que vive en el sur de Vietnam. Allí la situación térmica empeora por la temporada de lluvias que, sumada al calor, llena el ambiente de humedad. La humedad y la contaminación la sufren también en otras zonas del país, donde recibimos el testimonio de otro español que asegura nunca haber vivido tanto calor durante tanto tiempo, hasta el punto de que su factura de la luz se triplicó el mes pasado.

La Organización Meteorológica Mundial no tiene buenas previsiones para este escenario climatológico. Este ciclo de inmenso calor está calentando a su vez el Océano Pacífico y, como consecuencia directa, es muy probable que este año vuelva a aparecer el fenómeno meteorológico de El Niño que provocará un aumento global de la temperatura y graves sequías.

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