¿Sociedad subsidiada?

Barcelona

Mañana tendremos paquete de ayudas a la agricultura. Cada día hay novedades de apoyo a la vivienda. Desde hace tres años las ayudas públicas se multiplican. Reflexionemos un poco.

El riesgo de “pasarse” es adormecer al personal, que los ciudadanos beneficiados se desrresponsabilicen eternamente.

El riesgo de “no llegar” es peor. Que desaparezcan actividades y sectores enteros, esos que con algo de apoyo podrían atravesar una tempestad temporal (cada vez hay más) y salvarse.

Así que las ayudas suelen aceptarse socialmente. A veces las reclaman organizaciones o personas que estaban radicalmente en contra, pero cambian de posición… si les favorecen. O si son un clamor imposible de acallar. Otros aplauden de boquilla, esperando que aflore el déficit generado por los subsidios. Entonces machacan la deuda (por ejemplo, de las pensiones), sin necesidad de criticar a los beneficiados (por ejemplo, a los pensionistas).

Como sociedad aprendemos sobre la marcha. Los ERE salvaron millones de empleos. Y ahora sabemos que el Estado va recuperando el 98% del dinero empleado en los créditos ICO. Para que una ayuda esté bien diseñada y sea útil se requiere al menos tres condiciones. Primera, que sea por un plazo o sujeta a requisitos; segunda, que se focalice en quienes más la necesitan, normalmente no todos, o de manera cambiante, hoy el Banco de España propone aumentar la ayuda al desempleado, pero por menos tiempo; y tercera, que sea eficaz: ayer, salvar la hostelería; hoy, a los agricultores. Discutamos esa letra pequeña en cada caso. Y mejor sin insultos ni descalificaciones.

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