En los últimos meses, el asunto de la vivienda ha vuelto adquirir protagonismo en el discurso de la ciudadanía. De hecho, si se comprueba cómo ha evolucionado este problema en la serie histórica del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), se observa una tendencia clara: hace dos años, cuando se preguntaba a los entrevistados no por los problemas del país, sino por aquellos que a ellos les podían preocupar personalmente, la vivienda se situaba a la cola, ocupando la posición número dieciocho –sólo el 1,6% la mencionaba- por detrás de muchas otras cuestiones, como la educación o la falta de conciencia cívica, por ejemplo. En el último barómetro publicado, correspondiente al mes de marzo de este año, este asunto avanza ya unas cuantas posiciones, situándose ahora como octavo problema y con el cuádruple de menciones. En la encuesta de abril de 40dB. para El País y la Cadena SER que se publica hoy, el coste de la vivienda y las dificultades para acceder a ella ocupan la cuarta posición en el ranking de cuestiones que preocupan mucho y bastante a los ciudadanos. Si se toman en consideración únicamente las preocupaciones más intensas, es decir, las respuestas de quienes dicen que les preocupa mucho, llama la atención que la vivienda ascienda hasta el segundo puesto: entonces, sólo la inflación se sitúa por encima, mientras que el paro o las desigualdades sociales se quedan por detrás. Además, es reseñable que de los siete problemas contemplados, sea la vivienda la que provoca menos desacuerdos entre las derechas y las izquierdas: así como otros asuntos despiertan inquietudes distintas según cómo se vote (los progresistas se preocupan más por el cambio climático y las desigualdades sociales, mientras que los conservadores por la inflación y el paro), la vivienda inquieta a la población de manera trasversal. Es un problema que menciona casi todo el mundo. ¿Por qué la vivienda preocupa ahora más que antes? ¿A qué se debe esta evolución? Fundamentalmente porque en estos momentos la vivienda ya no sólo es un problema para los jóvenes, sino también para muchas familias. Como es bien sabido, los jóvenes en España tienen enormes dificultades para emanciparse a causa de los altos precios de las casas, especialmente en las grandes ciudades: según la encuesta de 40dB., en estos momentos, casi seis de cada diez jóvenes entre 18 y 24 años vive con sus padres, mientras que entre quienes tienen entre 25 y 34 años lo hace una cuarta parte. Los jóvenes, además, son pesimistas con respecto a su futuro: por término medio, quienes tienen entre 18 y 24 años creen que no se podrán emancipar hasta cumplir los 28 años y que no podrán comprarse una casa hasta los 31. En estos momentos, sin embargo, tras las subidas de tipos de interés del Banco Central Europeo, que ha situado el euríbor por encima del 3%, la vivienda constituye también un problema para las personas que tienen contratadas hipotecas a tipo variable, que suman el 51% del total de hipotecados (hasta el 65% de entre quienes tienen entre 45 y 64 años). Entre ellas, la percepción de que la cantidad de dinero que pagan actualmente por la hipoteca es alta o muy alta casi duplica a la de quienes tienen la hipoteca a tipo fijo (59% frente 35%). Lógicamente, la subida de hipotecas está siendo letal para las familias más vulnerables. De hecho, entre quienes tienen hipotecas variables, hay ya más propensión a endeudarse o a declarar tener dificultades para llegar a fin de mes de la que se observa en el conjunto de la población. Estos hogares más vulnerables con hipotecas variables son, junto a los jóvenes, las principales víctimas del terrible problema de vivienda que sufre nuestro país.