El Papa no preside el Via Crucis de este Viernes Santo, marcado por la paz en Ucrania, debido al "intenso frío"
El Pontífice ha seguido el evento desde su residencia días después de su hospitalización por una bronquitis
Ciudad del Vaticano
El papa Francisco no ha acudido este viernes al Coliseo de Roma para presenciar el tradicional Via Crucis del Viernes Santo. En su lugar lo ha seguido desde su residencia en el Vaticano por el "intenso frío", según ha comunicado la Santa Sede.
"Debido al intenso frío de estos días, el Papa Francisco seguirá el Vía Crucis esta tarde desde la Casa Santa Marta, uniéndose a las oraciones de quienes se reunirán con la Diócesis de Roma en el Coliseo", ha informado la oficina de prensa de la Santa Sede horas antes de que de comienzo el ritual.
Este jueves el papa acudió a una cárcel de menores en la periferia de Roma, donde participó en una misa y además se levantó de su silla de ruedas para lavar los pies de doce presos como recuerdo de la Última Cena, un gesto que realizó días después de recibir el alta hospitalaria el pasado sábado, ya que estuvo ingresado varios días por una bronquitis.
Pedir por la paz en Ucrania
El Papa ha incluido a dos adolescentes de Ucrania y Rusia en el Via Crucis para reflexionar sobre las consecuencias de la guerra y pedir la paz. Esta decisión hace recordar la polémica que se desató el año pasado cuando el Vaticano tuvo que cancelar una de las meditaciones en la que dos mujeres, una rusa y una ucraniana, llevaron juntas la cruz.
Se trata de la meditación correspondiente a la décima estación, que rememora el momento en el que Jesús es despojado de sus vestiduras justo antes de ser crucificado. El chico ucraniano que participará ha explicado cómo emigró con su familia el año pasado a Italia desde la ciudad de Mariúpol, pero su padre fue detenido por los soldados ucranianos en la frontera para obligarlo combatir. "Al llegar a Italia yo estaba triste. Sentí que me despojaban de todo; que estaba completamente desnudo. No conocía la lengua y no tenía ningún amigo", ha destacado.
Finalmente, la familia decidió volver a Ucrania, a pesar de que el conflicto no ha acabado y su ciudad está destruida. "Pero en el corazón me quedó esa certeza de la que me hablaba la abuela cuando yo lloraba: "Verás que todo pasará. Y con la ayuda del buen Dios volverá la paz", ha exclamado. Por su parte, el joven ruso ha declarado experimentar "casi un sentimiento de culpa" por su nacionalidad.
"Hace dos años que veo llorar a mi abuela y a mi madre. Una carta nos comunicó que mi hermano mayor había muerto. Lo recuerdo todavía el día en que cumplió dieciocho años, sonriente y brillante como el sol, y todo eso sólo algunas semanas antes de partir a un largo viaje. Todos nos decían que debíamos estar orgullosos, pero en casa sólo había sufrimiento y tristeza. Lo mismo pasó con mi padre y mi abuelo; también partieron y no sabemos nada de ellos. Uno de mis compañeros de la escuela, con mucho miedo, me dijo al oído que hay guerra. Al volver a casa escribí una oración: Jesús, por favor, haz que haya paz en todo el mundo y que todos podamos ser hermanos", ha relatado el joven.