Violadores imberbes
A los pequeños les estamos dando un sofisticado aparato, el móvil, a través del que aprenden que el sexo es violencia, sometimiento, violaciones en grupo y vejaciones de todo tipo
Madrid
Algunos no llegan ni a los catorce años de edad. Hace nada jugaban en el patio del colegio con sus compañeras. En su mayoría habrán sido criados y educados en una sociedad que ya hace tiempo que renegó de los valores de sometimiento y humillación de las mujeres, un país en el que la igualdad es ley, la escuela es mixta y se la supone coeducadora. Damos por sentado que les llegan los innumerables mensajes feministas que vamos difundiendo por infinidad de medios, que rechazan el trato discriminatorio a una hermana, una madre, una abuela, una pareja aunque sepan que hay hombres que se resisten a aceptar el nuevo orden, más justo, más democrático.
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Pero de repente un día descubrimos atónitos que esos niños son capaces de acorralar a otra niña, acosarla, amenazarla, obligarla a realizar actos que van en contra de su voluntad. Muy ingenuamente hemos creído, primero que la sexualidad sigue los cauces del descubrimiento más o menos lento, paulatino, propio de la edad, que están en proceso de dejar que su deseo vaya expresándose y eso es lo que les empuja a buscar el contacto íntimo con otros seres humanos que están en la misma etapa vital que ellos. Y segundo, supusimos que los chicos de hoy serían espontáneamente respetuosos con sus posibles parejas por haber nacido en una sociedad que se defiende como feminista.
Pero ni la sexualidad es esa inocente iniciación ni nuestros hijos son necesariamente igualitarios. Porque sí, desde la escuela y las familias se inculcan valores de respeto a las mujeres pero hay otra educación que está siendo más efectiva porque tienen un tremendo poder de excitación y que además se vende como libertad y modernidad tecnológica. A los pequeños les estamos dando un sofisticado aparato, el móvil, a través del que aprenden que el sexo es violencia, sometimiento, violaciones en grupo y vejaciones de todo tipo. Mientras no nos demos cuenta de que ahí es donde está el problema, seguirán sucediéndose los casos de violadores todavía imberbes.
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"Empiezan a tener el primer contacto con el porno a los ocho años": La importancia de una buena educación sexual
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