Pensión

A comienzos de mes leíamos en los periódicos que siete banqueros del Ibex acumulan cien millones de euros en pensiones. Hoy, en esos mismos periódicos, leemos que el Congreso aprueba la reforma de las pensiones. Se usa la misma palabra, pero, evidentemente, lo que se recibe no es lo mismo. Sucede también con la palabra hostia. Por eso, para despistados y marcianos, recordamos que la reforma que hoy se aprueba no afecta a las pensiones de los banqueros del Ibex. Y es que la palabra pensión ha estirado su significado y ha generado una nutrida familia en la que caben el modesto establecimiento de hospedaje, la ayuda dineraria para ampliar estudios, estos retiros hipermillonarios o la paga pública, más modesta, que un ciudadano recibe temporal o vitaliciamente.

Esta es la primera acepción de la palabra y ahí caben las pensiones de jubilación, las más numerosas, pero también las de orfandad, viudedad e invalidez, las pensiones compensatorias o alimenticias que, por cierto, nada tienen que ver con la media pensión o la pensión completa que son las que nos cobran en un alojamiento según las veces que comamos. Como tampoco es lo mismo tener un plan para cuando uno cobre la pensión que tener un plan de pensiones. En fin, está bien pensar en la pensión y que la pensión no penda de un hilo. Y está bien saber que pensar, pensión y pender tienen una misma raíz en antiguas balanzas romanas que pendían y pesaban lo que finalmente se pagaba.