Veneno en las pensiones

Barcelona

Las reformas de las pensiones van cargadas de veneno. El desorden público francés, o la protesta ciudadana, como ustedes prefieran, ha frustrado la visita del rey Carlos de Inglaterra a París: esa ciudad tan alérgica a la Corona, donde la que fue su esposa Diana encontró una muerte repentina.

Tanto conflicto se debe a la poca mano izquierda del presidente Macron, no muy hábil a la hora de negociar. Pero sobre todo a que este asunto revuelve las tripas de la ciudadanía: ya en 1953 provocó una huelga general. El régimen de la seguridad social francesa es muy generoso y conlleva muchos privilegios. Entre otros el de jubilarse a los 62 años: legalmente, casi cinco menos que en España. Macron quiere subirla un par de años, algo lógico, necesario y todavía más favorable a los pensionistas que en casi todos los países de Europa.

Pero ahí todos juegan su papel. Monsieur le Président, preocuparse por el futuro. Los de la protesta, mantener sus privilegios. Lo habitual. Salvo que se desarrolle con violencia.

Lo que no es normal es lo de Alberto Núñez Feijóo. Ha cometido una imprudencia y un dislate. Por un lado, alaba “el interés por la sostenibilidad de las pensiones del Gobierno francés”. Por otro dice que “está haciendo exactamente lo contrario” que el Gobierno español. No es que eso sea antipatriota, que quizá también. Es que es una estupidez. Cuando el Gobierno español, el del socialista Zapatero subió la edad de jubilación de 65 a 67 años, el PP votó en contra. 67 años. Y Macron solo aspira a subirla hasta los 64. O Feijóo ignora todo lo de la economía, y todo lo de la historia reciente, y todo lo que ha hecho España mientras él se encaramaba a ciertas diversiones… o es que se ha apuntado al cinismo falsario. Ojalá que no. Aclárese.