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Málaga 2023 | Los miedos y secretos de las tres generaciones de actrices de Elvira Lindo

La escritora y Daniela Fejerman dirigen 'Alguien que cuide de mí', la película de inauguración del Festival de Málaga que protagonizan Aura Garrido, Emma Suárez y Magüi Mira

(De izq a dcha) El actor Víctor Clavijo, la actriz Emma Suárez, las directoras Elvira Lindo y Daniela Frejerman, y la actriz Aura Garrido, durante la presentación de la película "Alguien que cuide de mí" en la 26 edición del Festival de Cine Español de Málaga. EFE/Jorge Zapata / Jorge Zapata EFE

Málaga

Desde los años 90 está en la cabeza de Elvira Lindo una historia que hablara de los lazos familiares, de tres generaciones de actrices y de cómo el VIH afectó a las mujeres en esa época. "Empezamos a saber cosas en los 80 pero fue en el 96 cuando empezaron a tener éxito los cócteles de medicamentos. Y a partir de ese momento empecé a pensar en qué pasaba con las mujeres. Qué pasaba con las mujeres que estaban completamente invisibilizadas en este asunto", cuenta la escritora, que debuta como directora con 'Alguien que cuide de mí', película inaugural de Festival de Málaga

Ese es el punto de partida de esta tragicomedia, pero no el tema central. La incomunicación y las relaciones familiares entre tres generaciones de actrices es el esqueleto de este relato que firma también Daniela Fejerman, autora de títulos como 'A mi madre le gustan las mujeres', donde ya exploraba estos asuntos. "A pesar de que el tema de la familia, las relaciones familiares los cambios de roles siempre me ha interesado, para mí esta historia me traía un montón de cosas nuevas que pertenecen también al mundo y la sensibilidad de la vida que a mí me apasionaba. Entonces, este retrato generacional con el foco puesto en esta mujer de nuestra propia generación que quizá vivió la vida de una manera un poco alocada, sin pensar en el futuro, de una manera intensa, me parecía que había allí una historia que todavía no había sido contada, y más con el tema de fondo del VIH, de las mujeres que lo padecieron y que era un mundo que no estaba retratado", responde la otra directora. Ambas se han entendido a la perfección y fue la propia Fejerman quien le sugirió a Elvira Lindo compartir las labores de dirección.

"Ya creo que me he creído mi propio discurso y creo que de manera bastante natural. Empezamos con esta historia mía que le presté a Daniela, me apetecía que fuera una mujer la que la dirigiera y lo que no sabía es que iban a ser dos. De tan intenso que fue ese trabajo creo que surgió la idea de Daniela de que fuéramos las dos en vez de ella sola", bromea durante la presentación de la cinta en el certamen de cine. La historia indaga en los miedos y secretos de una abuela, una madre y una hija/nieta, tres generaciones de intérpretes que se encuentran en un momento vital muy diferente. La primera, a la que da vida Magüi Mira, es una gran dama del teatro, la segunda ha sido una actriz que tuvo su éxito pero a la que ya no le llegan papeles, y la tercera está en todo el esplendor de la juventud y acaba de ganar un Goya.

"A mí me provocaba mucha ternura el personaje, a nivel personal era como hacer un homenaje a todas esas actrices que han tenido un momento de gloria en su vida y de repente han hecho muchas películas, han tenido muchísimo éxito, se han convertido en iconos y al cabo del tiempo pasan desapercibidas. Han cumplido una edad y todo el mundo las olvida. Y encajar eso es muy duro. De hecho, la película comienza con la entrega de premios en la que el personaje de la hija recibe uno y su madre está aplaudiendo pero luego le reprocha su discurso porque nadie le ha enseñado a encajar el fracaso", explica Emma Suárez junto a Aura Garrido, las actrices que interpretan a una madre e hija atravesadas por la distancia, por la ausencia en la infancia pero también por las propias dinámicas del oficio.

"Hay muchas cosas que reconoces de esta película y al final de nuestra profesión, con lo cual lo vivimos de cerca. Y es verdad que es una profesión muy difícil, en la que la gente a veces se olvida, en la que parece todo un poco de usar y tirar, a veces es complicada y es complicado hacer una carrera de largo recorrido, de fondo. Es muy inestable, es muy difusa. Entonces hay muchas cosas obviamente con las que te puedes sentir identificada o que puedes reconocer, y a la vez son tres generaciones en tres momentos que no necesariamente van unidos a la edad de los personajes, pero son tres momentos vitales de las carreras que a veces te va bien, a veces no te va bien, a veces parece que todo el mundo está atento a ti y a veces parece que no existes", añade Garrido.

Con 'La Gaviota' de Chéjov de espejo y la dificultad para afrontar el pasado de los personajes, 'Alguien que cuide de mí' refleja la inestabilidad de la profesión, el escrutinio y la exposición pública y también cómo asumir un éxito efímero. "El fracaso se aprende fracasando, así de claro. Luego ya cada uno lo gestiona como buenamente pueda. Y es difícil, claro, es difícil porque este es un medio muy inseguro y muy inestable. Entonces aprender a convivir con esa inestabilidad no es fácil", replica tajante Emma Suárez, que en la película solo recibe ofertas para hacer algunas series de plataformas en las que interpreta a una prostituta que no puede decir palabrotas. "A mí me gustaba mucho el guión cuando empezamos a trabajar, precisamente ese tono irónico que tiene el personaje, ese humor tan ácido que es, digamos, su su forma de protegerse ante ese fracaso que ella ha vivido, esa ironía con ese sentido del humor. Eso me gustaba mucho y la verdad es que en los ensayos me lo pasé muy bien. Os confesaré que me tiré a la piscina y me pasaba un poco y las directoras tuvieron que decirme Emma, conténte un poquito".

Mientras su personaje no puede pagar el piso y solo recibe reproches de su madre, a la joven actriz se la rifan en el cine y en el teatro. Es carne nueva para una industria que aún no la han encasillado ni ha determinado qué papeles le llegarán en un futuro. Si le llegan. "Como cualquier etiqueta en la vida, pero mucho más cuando es pública, es súper difícil, pero sobre todo porque es difícil romperla internamente. A veces te crees la etiqueta que te ponen desde fuera y al final las personas somos muchísimo más complejas y completas que una etiqueta y estamos como empeñados todo el rato en meter a la gente en estructuras. Supongo que por quedarnos tranquilos", dice Aura Garrido y sigue Emma Suárez. "También hay muchos prejuicios y necesitamos enseguida definir a los demás, sin conocerles y juzgarles. Somos especialistas en emitir juicios sin tener la suficiente información. Y también creo que además en esta industria nos encasillan. Cuando tú interpretas un personaje que funciona y que ha tenido cierto éxito, y que bueno ha gustado, la industria también te encasilla y te llaman siempre para ese tipo de personajes. Es muy difícil salir de ahí, porque además como actor uno lo que quiere es cambiar de registros y salir de ahí. A veces no es tan sencillo. A mí, por ejemplo, este personaje que está colocado en otro lugar, en otro tono muy diferente a La consagración de la primavera o Josefina, me apetecía muchísimo jugar como actriz y en ese sentido sí ha sido muy divertido para romper encasillamientos también".

Y todos estos elementos están conectados con la tiranía de la imagen, con los focos del cine, con el prestigio del teatro, con la perpeción que tienen de ti como actriz. "Además lo terrible en esto de la imagen es que se habla de una invisibilidad física, porque yo, por ejemplo, en la escritura puedes también ser desplazado, pero no es exactamente una invisibilidad física. En el mundo de los actores y las actrices todo lo que ellos reflejan con su cuerpo es importantísimo, Entonces creo que eso debe provocar una inseguridad tremenda ¿Cómo podemos luchar contra eso desde los puestos que ocupamos Daniela y yo? Pues naturalmente haciendo papeles interesantes para mujeres que ya estén más allá de los 40 años", concluye Elvira Lindo sobre esta historia ambientada en Madrid que muestras las heridas y las distancias heredadas de unas mujeres que se mueven por un pasado onírico, por un presente en el que buscan respuestas y por unos espacios que le recuerdan quiénes fueron y han dejado de ser.

 
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