Ciberataques

Barcelona

Somos una civilización vulnerable. La revolución digital nos permite muchísimas cosas: hasta la atención médica por ordenador, a distancias enormes, si es necesario, o conveniente. Pero donde está la virtud, amenaza el peligro. Un ciberataque ha obligado a un hospital puntero, el Clínic de Barcelona, a anular 3.000 visitas desde el pasado domingo. Los delincuentes intentan negociar para sacar un dinero fácil con su chantaje.

Pero ni el hospital ni la administración autonómica están dispuestos a ceder, y con razón. Con toda la razón. Porque ceder al chantaje equivaldría a estimular su repetición. Pero no es una decisión fácil, porque tiene costes inmediatos. Los costes provocados por la desorganización, la dificultad de disponer de datos, la imposibilidad de consultar los expedientes, los consiguientes problemas para la atención a los pacientes. Los responsables se enfrentan, aunque en distinta medida, el mismo dilema que atenazaba a las autoridades, y a las familias, y a la sociedad entera, cuando los terroristas exigían un rescate, bajo amenaza de acabar bruscamente con la vida de los rehenes.

Si tanto dependemos de los archivos informáticos, para el trabajo cotidiano, para la salud, para la vida y la muerte, la pregunta es obvia: ¿dedicamos suficientes esfuerzos y recursos económicos a protegernos de los ataques en la red? La respuesta también es obvia: no. Pero ¿cuánto esfuerzo y cuánto dinero hay que dedicar a este asunto? A lo mejor sería interesante dedicarle una comisión parlamentaria. Y no a esos asuntos que parecen favorecer la riña entre pedazos de una misma sociedad.

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