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Judith Tiral: "Tengo amigos que eran nómadas digitales y ya ninguno lo es. La soledad cansa"

La influencer de viajes es la última invitada de 'Buenismo Bien', donde explica la cara B de ser influencer de viajes, revela su miedo irracional a volver a ser pobre y cuenta cómo hace para sacar de sus entrevistados las cosas más interesantes

Judith Tiral, la entrevistadora bien

Judith Tiral, la entrevistadora bien

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Madrid

Judith Tiral empezó a ser influencer "cuando todo eso era campo" y ahora es una de las mejores entrevistadoras, a juicio del equipo de Buenismo Bien. Ella ha sido la última invitada del programa, donde ha contado qué le llevó a empezar en el mundo de las redes, la vocación de divulgar que se apoderó de ella para empezar a contar historias de sus viajes pero también el lado más duro de ser influencer, como la soledad, o el miedo "irracional" a volver a ser pobre.

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Historias para todo el mundo

"Yo estudié historia del arte. Cuando yo iba a mi casa y le explicaba a mi madre 'mamá, sabes por qué... yo qué sé... Los Reyes Magos se hacen así', y ella como wow, entonces pensaba jolín, hay muchísima gente como mi madre que se merece también entender todo esto que yo estoy aprendiendo, pero no pueden. Ellos no tienen acceso a esa información porque es clasista, siempre está escrita de una manera que nadie la va a poder entender. Yo misma me aburría en clase, entonces pensaba que había que explicar de una manera divertida que llega a todo el mundo".

La soledad del influencer

"Tiene su parte buena, que es la que todo el mundo puede ver. Que estás viajando, estás conociendo sitios y tal, pero ahí pasó que después de los 20, no sé, acabé como súper quemada porque estás en otro punto de la vida. No sé si tiene que ver tanto con la edad, pero sí con lo que una quiere. A los 20, bueno, ya sabes cómo es, Tinder, conozco esta chica aquí, voy para allá, hago mil amigos en hostales y tal... A los 30 ya sentía que no tengo tiempo para más amigos, que no me da tiempo a cuidarlos a todos. Mi abuela ya está empezando a olvidar muchas cosas, ya no parece ella... Me estaba pesando muchísimo y estar viviendo siempre con una maleta y perder los vuelos, que es horrible, coger un vuelo y que es como que siempre estaba sola. Al final tenía ansiedad. El año pasado tenía unos ataques de ansiedad muy fuertes, pero daba mucho miedo también dar el volantazo, porque igual la gente me sigue por los viajes y no me quiere escuchar hablar de otra cosa".

"Yo tenía muchos amigos que se llamaban nómadas digitales y ninguno de ellos se ha quedado ahí. O sea, ya a partir de los treinta y algo a todo el mundo le empezó a pesar lo de estar solo, el estar viajando. Entonces yo creo que es como una etapa de tu vida que dices 'mira, la voy a pasar con el ordenador en Tailandia'. Pero luego no conozco a ninguno que haya que se haya quedado ahí. Todos vuelven a casa".

La exclusión de los diferentes

"Lo que veo es que siempre se repite una y otra vez. Lo mismo con todos mis invitados, que es que a todo el mundo que es ligeramente diferente, se le abandona y se le da de lado, ya sea porque es autista, porque era prostituta... Todos vienen con el mismo discurso: es que era diferente en una época en la que no encajaba, y entonces me intentaron cambiar. O sea, siempre es como que te intentan hacer entrar en un molde, para que seas igual que el resto".

"Miedo irracional a volver a ser pobre"

"Ayer salí con una amiga a tomar copas y luego me fui al hotel y estuve como hasta las dos y algo que tenía que grabar un episodio del podcast. Y dices '¿por qué no lo has hecho antes?'. Porque no ha habido tiempo. Yo pienso que no lo estoy haciendo bien. Debería contratar gente porque no tengo vida, jajaja. Me lo dijo mi padre el otro día, que fue tristísimo. Paseando al perro, me dice 'no tienes vida'. Y pensé es verdad, solo trabajo".

"Es que yo tengo dos miedos. Uno, que es un miedo irracional, a volver a ser extremadamente pobre. Pero es que tengo pesadillas de volver a serlo. Y por muy mal que me vaya, siempre podría volver a una oficina. Pero no, en mis pesadillas vuelvo a la casa que se caía a pedazos. Y el otro miedo es que no sé cuándo va a terminar esto. Entonces pienso 'si me quedan dos años, le doy al acelerador para poder hacer lo máximo posible'.

 
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