El Brujo, dos asesinatos y una cueva: el caso que aterrorizó los carnavales de Tenerife en 1991
El nombre de Dámaso Rodríguez resonó por todo Canarias entre el 17 de enero y el 19 de febrero de 1991
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El Brujo
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Este miércoles retrocedemos 30 años. Es febrero de 1991 y este año los carnavales de Tenerife quedarán marcados por el suspense, el terror y la tragedia. Entre el 17 de enero y el 19 de febrero, el nombre de Dámaso Rodríguez, apodado El Brujo, resonaba por todo Canarias.
Este criminal, que había sido condenado por asesinato y violación en 1981, aprovechó un permiso penitenciario para fugarse y escogió como escondite el Monte de las Mercedes. En esta huida, cometió dos nuevos asesinatos. Los vecinos de los pequeños pueblos de Tenerife vivieron atemorizados por la sombra de El Brujo durante todo ese tiempo.
Patricia Peiró, periodista de la SER, cuenta que Dámaso Rodríguez había sido un "buscavidas" durante años. En enero de 1991, al volver a pisar la calle en un permiso, tenía el objetivo de acabar con la vida de su mujer. Él detestaba la idea de que la madre de sus hijos hubiera decidido distanciarse de él. Por lo que tomó la determinación de ir a su casa para matarla. Pero no la encontró. Ella ya estaba escondida. Sin embargo, fue en ese momento cuando decidió que no iba a regresar a la cárcel y escapó al monte.
Su postura marcó el inicio del mes del terror en Tenerife. La gente incluso tenía miedo de que pudiera aprovechar la época de carnaval para ponerse un disfraz y mezclarse entre la gente. Pero lo cierto es que no necesitó cambiar de identidad para continuar haciendo el mal. "El 23 de enero fueron hallados dos cadáveres en el monte que llevaban el sello de El Brujo", relata Peiró. Tras esta noticia, la conmoción de los vecinos fue enorme.
El 19 de febrero marca el final de El Brujo. Ese día, una familia de San Cristóbal de la Laguna denunció que la cerradura de su casa había sido forzada. La Guardia Civil se desplazó hasta la vivienda y comprobó que el fugitivo estaba en ella. En ese momento se produjo un intento de negociación que finalizó en un tiroteo. El Brujo iba armado con una escopeta. En este intercambio de disparos, Dámaso murió. Este fue el final de uno de los criminales más famosos de Canarias. Sin embargo, aún persisten las incógnitas del caso. Entre ellas, el debate acerca de los asuntos penitenciarios.
"Hoy en día es bastante improbable que esto ocurriera"
Francisco Pérez, profesor de psicología criminal de la Universidad Camilo José Cela, ha querido remarcar la antigüedad de este caso. "Fue juzgado por el código penal del 74 que imponía penas bastante leves en casos de violaciones", explicaba. Además, la justicia estaba muy poco preparada para este tipo de circunstancias. "Hoy en día es bastante improbable que esto ocurriera", asegura Pérez.
Pese a todo, la ciudadanía mantiene una herida abierta. Casos como el de El Brujo dejan huella en la memoria. "Hay que tener en cuenta que Canarias es un territorio muy poco poblado, entonces este tipo de acontecimientos son muy raros y marcan la vida de la gente durante mucho tiempo", señala el profesor.
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