Opinión

Que Pedro Sánchez nos siga molestando

Lo mejor que podría hacer Sánchez es seguir metiéndose en la vida de los demás, sea gente de bien, de mal o de regular. Por mucho que digan Agamenón… o Feijóo

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en la sesión de control en el Senado / Europa Press News

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en la sesión de control en el Senado

Madrid

Hay una frase atribuida a Edmund Burke en la que el filósofo sostiene que “para que triunfe el mal, basta con que los hombres de bien no hagan nada”. Hay una frase de Alberto Núñez Feijóo en la que insta a Pedro Sánchez a que “deje ya de molestar a la gente de bien y de meterse en las vidas de los demás”.

Desconozco si el afán de Sánchez está en hacer el bien o el mal, pero nadie negará que el primer mandato de la Política con mayúsculas consiste en meterse en la vida de los demás. Porque cualquier político, no importa del partido que sea, tiene que tomar decisiones que afecten a los ciudadanos. A sus ciudadanos, no a los renacuajos o a las jirafas.

A Pedro Sánchez le pueden criticar muchas cosas, pero nadie le podrá reprochar falta de iniciativa o atribuirle el síndrome de Bartleby, el escribiente creado por Melville que, en un encomiable ejercicio de procrastinación, “preferiría no hacerlo”. Casi 200 leyes y decretos aprobados en la presente legislatura conceden a este Ejecutivo una actividad desaforada que, si por algo peca, es por exceso más que por defecto.

Las palabras de Feijóo en el cara a cara celebrado en el Senado no son importantes tanto por lo que expresan como por lo que esconden: no es que le moleste que el Gobierno se meta en la vida de los demás, es que le irrita el para qué. Por eso se siente incómodo ante la aprobación de la Ley Trans, un texto pionero que ha recibido elogios de nueve expertos de la ONU: “Medidas legislativas como estas abordan las causas profundas de las violaciones generalizadas de los derechos humanos contra las mujeres, las niñas y las personas LGTBI”.

Estos mismos expertos han alabado también la reforma de la Ley del Aborto (“Es parte de una ambiciosa agenda para el progreso de la sociedad española”), un tema sobre el que Feijóo dice de lunes a miércoles que es un derecho y de jueves a domingo que es un derecho, pero no un derecho fundamental. Un lío que esconde una meditada inconcreción para contentar a todos aunque no satisfaga a nadie. Lo que resulta más descorazonador es la incoherencia del líder del PP al reclamar a los demás que no se metan en vidas ajenas mientras su partido niega derechos sociales como el aborto, el divorcio, la eutanasia o el matrimonio homosexual. Eso sí es entrar de lleno en la vida de los demás por la peor vía posible: restringiendo derechos y dinamitando la libertad, ese comodín tan manoseado por el PP.

En el colmo del desatino, Feijóo ha lanzado esa frase, que es más bien toda una ideología, el mismo día en el que el Gobierno ha aprobado una partida de 2.520 millones de euros en becas. Para el líder del PP es otra medida que endeuda a los españoles, a los que, advierte, no se les podrá comprar “a golpes de chequera”. El problema es que esos 2.520 millones de euros son justo lo contrario de endeudar: es una inversión de país, es darle a los jóvenes la posibilidad de proseguir sus estudios y engrasar el ascensor social, es priorizar la educación como palanca de prosperidad del futuro, es lo que debería hacer no sólo un partido socialdemócrata, sino cualquier partido con un mínimo de sensibilidad social.

Si es por cuestiones así, lo mejor que podría hacer Sánchez es seguir metiéndose en la vida de los demás, sea gente de bien, de mal o de regular. Por mucho que digan Agamenón… o Feijóo.

Guillermo Rodríguez

Guillermo Rodríguez

Guillermo Rodríguez es director de los Servicios Informativos de la Cadena SER y contenidos digitales....

 
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