Obispos encubridores

Barcelona

Yo soy el camino, la verdad, y la vida. Son palabras atribuidas a Jesucristo. Pues bien, algunos de sus seguidores, sobre todo los obispos y otros prebostes que dicen representar al fundador de la fe cristiana, yerran el camino, evitan la verdad y atacan la vida normal de la juventud. Solo 30 de las 70 diócesis españolas han enviado a la fiscalía los datos sobre abusos sexuales a niños y jóvenes, a cargo de sus curas. Y solo cinco han cumplido su deber a fondo. Así que más de la mitad ocultan datos.

Pero no se trata de datos puramente estadísticos, sino de hechos clave sobre presuntos delitos: porque la pederastia, la violación de menores, está castigada, y muy castigada, por el Código Penal español. Y el encubrimiento de un delito, tanto más que la no denuncia del mismo, es también delictivo. Así que el mundo católico, de base e intermedio, debería tomar la delantera y denunciar a los prelados que incurran presuntamente en este desaguisado. O tendrá que ser el Papa Francisco quien vuelva a sacarles las castañas del fuego.

Hay precedentes de este tipo de desmanes. Como el cardenal francés que murió en 1974 en la cama de una prostituta. Pero los obispos protectores de la pederastia son peores. No solo cometen pecado según su religión, sino delito según la ley. Al fin y al cabo, la señora que alegró la vida del obispo francés, bajo estipendio, era mayor de edad. Y las víctimas infantiles de curas españoles (y portugueses) eran, o son, menores de edad.

Escucha todas las miradas de Xavier Vidal-Folch