Infalibles mediciones a ojo

Galicia

Me gusta hacer leña del árbol caído. En ese sentido, soy un miserable, humildemente. Por tal razón, en otras circunstancias, disfrutaría diciendo algo supuestamente divertido y sarcástico de los responsables que encargaron trenes para la red ferroviaria que no caben por los túneles. De hecho, tenía ya en la cabeza un chiste cruel, cuando de pronto recordé que hace unos años, después de mucho buscar, encontré una plaza de garaje cerca de casa. Era perfecta, justo lo que necesitaba. Pagué dos meses por adelantado, feliz de la vida. Le habría pagado a la dueña un año si me lo hubiese pedido. Cuando fui a aparcar el primer día descubrí, aturdido, que el coche no entraba en la plaza. No me lo podía creer: había medido a ojo y, con esos cálculos, cabía holgadamente. Por desgracia, no se trató de un error humano aislado. Ya he comprado colchones que eran más grandes que los somieres, o estores mucho más pequeños que las ventanas, o mesas para comer que no dejaban abrir la puerta de la cocina. Me resulta imposible no empatizar con los desgraciados que calculan las cosas con la vista, convencidos de que así es imposible no ser exactos. En el fondo, nos creemos más listos y fuertes que el sistema métrico. Nos merecemos todo lo que nos pase. Soy Juan Tallón.