Dispersión

Madrid

ETA mató a tanta gente, y las víctimas del terrorismo son tantas, que las sensibilidades son diferentes. Esto es normal. Uno vive su sufrimiento como puede o como le dejan, como consigue gestionarlo. Y el Estado tiene que castigar culpables, no fabricar más víctimas, aunque sean de otra intensidad. Nada tiene que ver una víctima del terrorismo con que la madre de un etarra tenga que cruzar España para ver a su hijo. Pero lo último lo puedes ahorrar. En 2023 la madre de un terrorista no puede pensar que si su hijo hubiese violado y matado a dos mujeres podría tenerlo más cerca que al haber matado con ETA; no se trata de igualar crímenes, se trata de medir las repercusiones en las familias de un crimen y otro. La dispersión de los presos etarras podía tener sentido cuando la banda estaba activa, podía, yo no sé si tenía efecto o no; sí sé que sin que la banda mate no tiene ningún sentido.

Un apunte personal, perdona, Aimar. Yo estuve en 2019 moderando un coloquio con Axun Lasa y María Jáuregui. Fue después de la obra de teatro Viaje al fin de la noche de María San Miguel. Así que vuelvo al principio: cada víctima puede hacer lo que quiera respecto a los culpables de que su vida haya sido destrozada por los terroristas. Pero qué sensación perdonar. Qué vértigo y qué maravilla la humanidad desbordante de perdonar. Qué pasada, en un momento de tu vida, saber que puedes reconciliarte hasta con lo irreconciliable.