Toda la vida

Madrid

No evolucionan las relaciones, evoluciona el contexto en el que nacen esas relaciones. Hay amistades con las que no se gana nunca: hay quien pierde más rápido y hay quien pierde más despacio. Yo entiendo a Camps, cómo no lo voy a entender. No por Correa, que al fin y al cabo nunca dijo ser su amigo, pero sí por El Bigotes. Esa relación suya se ha basado en algo tan vulnerable como que Camps es presidente y El Bigotes un conseguidor que le hace regalos carísimos a su mujer y su hija. Y es al recibir esos regalos cuando se expresan te quiero y amiguitos del alma; no se dicen “te quiero” o “amiguito del alma” cuando uno pierde el trabajo, o le deja su pareja, o se ahoga en la bebida. Se dicen te quiero en el apogeo de la noche.

Con barra libre quieres a todo el mundo, hombre, qué amistad es esa. Una amistad que se hace regalando cosas es siempre una relación de interés, y como relación de interés, está condenada a desaparecer cuando el interés termina. Ni siquiera es una traición. A mí mañana me regalas un reloj de 20.000 euros y en lo primero que pienso es que me estás despidiendo. A mí los amigos no me han regalado nada en mi vida. Pero cuando me va mal, llaman. Supongo que para reírse, pero esa es otra historia. Camps tiene razón: no era amigo de ninguno. Cito al maestro José Luis Alvite y la pintada que vio una vez en el baño del Savoy: “Te querré toda la vida”, decía. Y le pusieron debajo: “De cuánto dinero estamos hablando”.