No es sólo un partido y no es sólo en España

Madrid

Desde hace poco, es delito ir a una clínica a acosar a las mujeres que acudan a abortar. Según las clínicas, el 90% de las mujeres que acude a sus centros se ha sentido acosada. El 90%. Ese acoso ahora está penado. Fue en el primero de aquellos debates parlamentarios cuando un diputado de VOX llamó bruja a una diputada del PSOE.

El diputado, Sánchez García, se negó en principio a retirar aquel insulto y luego se negó a irse del congreso cuando lo echaron. Tuvo el apoyo de la dirección de Vox. Lo relevante es que la medida acabó saliendo adelante: no se puede ir a hostigar a mujeres. Votó en contra de aquello Vox. Y 79 diputados del PP se equivocaron en aquella votación. Pero eso fue un error que luego corrigieron, porque el PP se oponía también a esta norma. Lo dejó claro su portavoz en ese debate, Teresa Angulo.

En el asunto del aborto, Vox no está solo. El PP ha votado igual en medidas como esa. Su posición se hace oír también en otros foros. 'Asamblea por la Vida', una organización que impulsa Mayor Oreja, habla de "obsesión enfermiza por la cultura de la muerte", en sintonía con el sector más ultra de la Iglesia. Hace unos meses, el Papa aceptó la jubilación de Reig Pla, el obispo que aprovechó el púlpito para decir cosas como que "los homosexuales encuentran el infierno" o para hablar del aborto, asegurando que había causado más muertes "que la Guerra Civil española" o tildándolo de "holocausto silencioso".

No es solo Vox. Y no es solo aquí. Está Orban, en Hungría, y Ley y Justicia, en Polonia. Está ese congreso mundial de las familias que no es un asunto de la crónica social o rosa a la que puede acudir una mujer famosa. Esto es otra cosa, una plataforma para difundir en todo el mundo este mensaje tan concreto. No es cosa, pues, de un partido y ya está. Es un engranaje más amplio, lo que, en fin, solemos conocer como una estrategia.