Ejecutar

Madrid

Nuestra palabra de hoy es el verbo ejecutar, que nos llegó del latín medieval en el que executare era, en general, cumplir, consumar, realizar una cosa hasta el final. Un verbo que tiene connotaciones negativas por su segunda acepción, ajusticiar, dar muerte a un reo, pero que tiene muchos otros sentidos. Por eso un músico ejecuta una pieza o el pintor, un cuadro, los informáticos ejecutan un programa cuando lo ponen en funcionamiento, los acreedores ejecutan una deuda cuando la reclaman y un montón de profesionales ejecutan sus acciones cuando desempeñan con arte o facilidad algo.

Ayer, en la final del Mundial de Catar, vimos extraordinarias ejecuciones en los goles, en algunas paradas extraordinarias, en jugadas de ataque, en el lanzamiento de los penaltis... Y mientras el mundo se rendía ante esas vibrantes ejecuciones en Catar, apenas a 2000 kilómetros un colega de Messi y Mbapeé, Amir Nasr Azadani aguarda en un banquillo su ejecución pública por defender la libertad y los derechos de las mujeres en Irán. Y no queremos oscurecer las magníficas ejecuciones de ayer, pero creo que hoy es buen día para poner altavoz a la barbarie de un régimen que aplasta los Derechos Humanos y ejecuta a quienes los defienden. En este caso, ante el estruendoso silencio del mundo del fútbol y sus instituciones, que quizás callen por si Irán ofrece una buena puja en el futuro para celebrar un Mundial.