Hora 25El análisis de Xavier Vidal-Folch
Opinión

De buenas intenciones el infierno está empedrado

Para que una ley sea buena no basta su buena intención, como sin duda es el caso de la norma del “solo sí es sí”. Debe impedir interpretaciones contrarias a la voluntad del legislador

La ministra de Igualdad, Irene Montero, este jueves en el Congreso donde comparece el presidente para informar de las medidas económicas y sociales adoptadas ante la crisis provocada por la guerra en Ucrania y para dar cuenta de la reunión del último Consejo Europeo. EFE/ Javier Lizón / Javier Lizón (EFE)

La ministra de Igualdad, Irene Montero, este jueves en el Congreso donde comparece el presidente para informar de las medidas económicas y sociales adoptadas ante la crisis provocada por la guerra en Ucrania y para dar cuenta de la reunión del último Consejo Europeo. EFE/ Javier Lizón

Barcelona

De buenas intenciones el infierno está empedrado. Así que una buena ley no es la que ampara la causa más benéfica, sino la que la protege de forma eficaz.

Varias sentencias acaban de rebajar las penas impuestas a delincuentes que abusaron sexualmente de gentes vulnerables. La más inquietante es la que reduce, de ocho años de prisión a seis, el castigo impuesto a un padrastro que abusaba de su jovencísima hijastra, empujándola a que le hiciera felaciones. La audiencia provincial de Madrid la ha rebajado aplicando la nueva ley del “sí es sí”, o de garantía de libertad sexual, que penaliza toda relación íntima en la que no haya mediado consentimiento previo expreso.

El problema surge porque la ley ha rebajado el suelo de la horquilla, o sea, ha reducido la pena mínima. Durante la tramitación de esta ley, distintas voces y advirtieron de ese peligro. Los jueces tienen un buen argumento jurídico para decidir así: en derecho penal hay que aplicar la decisión más favorable al justiciable.

El Ministerio de Igualdad responde con otro argumento apreciable: eso solo podría suceder si se olvidase que el agresor abusó de su posición de superioridad respecto de la niña. Pero le añade otra idea impresentable: la rectificación del tribunal se debe a una lectura “machista” de la ley.

Eso es una barbaridad. Para que una ley sea buena no basta su buena intención, como sin duda es el caso de la norma del “solo sí es sí”. Debe impedir interpretaciones contrarias a la voluntad del legislador. Este error se produce con demasiada frecuencia en el ministerio de Irene Montero. Despreciar lo jurídico y a los jueces, cuando no te dan la razón, es una siniestra costumbre. El drama es que esto no afecta solo a una ministra ni a un partido concreto. Mancha, como el aceite, a todo el Gobierno.

De buenas intenciones el infierno está empedrado

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Xavier Vidal-Folch

Xavier Vidal-Folch

Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...

 
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