Qué herencia tan perversa y tan difícil de manejar
De eso se trataba el homenaje de Estado a las víctimas del franquismo. De memoria. Y de reparación
El franquismo y sus privilegios para los bufones y lacayos
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Madrid
La vida ofrece momentos sublimes, casi teatrales, en el mejor sentido de la palabra, cuya belleza y capacidad de comunicación se ven incluso mejoradas por la destemplada irrupción de quienes intentan desacreditarlos.
Por ejemplo, ese precioso aunque tardío homenaje de Estado a las víctimas del franquismo. Fue como asistir a una ópera, como escuchar una sinfonía, como deambular por una galería de la que, por fin, penden escenas merecedoras de perdurar en el recuerdo. Pues de eso se trataba. De memoria. Y de reparación.
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Cuando, de repente, cacarea en los márgenes de la inolvidable representación la inevitablemente secundaria voz del bufón. Tiene narices que José Luis Martínez-Almeida, posiblemente el político del Partido Popular con más chaqueterismo instantáneo y ristretto contenido en la fórmula de su composición, (y mirad es difícil elegir a uno, entre tantos pares). Tiene bemoles, decía, que el pequeño tamborilero del PP se auto erija en una especie de Cid No Blanqueador del acto cuyo protagonismo atribuye, tan amnésicamente como su partido, al presidente del Gobierno, y no a las víctimas. que merecen hallarse en el centro de nuestra escena histórica.
Qué herencia tan perversa y tan difícil de manejar, el franquismo y sus privilegios, sobre todo para estos bufones y lacayos que disponen de un ingreso mínimo vital de dignidad tan miserable.
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