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Esperanza

Lula tiene por delante un camino difícil, pero ya demostró entonces, en 2002, que es capaz de hacer que Brasil progrese unido

El candidato a la presidencia de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva asiste a un acto de campaña el 27 de septiembre de 2022 en Sao Paulo (Brasil). Veinte años han pasado desde que Luiz Inácio Lula da Silva ganó sus primeras elecciones y, a pocos días de una nueva cita con las urnas, es el claro favorito para colgarse la banda presidencial de Brasil, en su caso por tercera vez. EFE/Fernando Bizerra / Fernando Bizerra (EFE)

El candidato a la presidencia de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva asiste a un acto de campaña el 27 de septiembre de 2022 en Sao Paulo (Brasil). Veinte años han pasado desde que Luiz Inácio Lula da Silva ganó sus primeras elecciones y, a pocos días de una nueva cita con las urnas, es el claro favorito para colgarse la banda presidencial de Brasil, en su caso por tercera vez. EFE/Fernando Bizerra

Madrid

'La esperanza venció al miedo' fue el lema de la campaña presidencial de Lula en 2002 y vuelve a representar muy bien su victoria de ayer. La esperanza acompaña al presidente Lula, esperanza en mejorar la vida de los brasileños, en luchar por proteger la naturaleza, en lograr un mundo multipolar en el que se respeten los acuerdos internacionales y los derechos humanos. Lula tiene por delante un camino difícil, pero ya demostró entonces, en 2002, que es capaz de hacer que Brasil progrese unido. Falta aún por saber la reacción del presidente derrotado, pero ayuda a tener confianza la rapidez con la que Estados Unidos e incluso varios grupos políticos cercanos a Bolsonaro reconocieron la victoria de Lula.

En Brasil la esperanza derrotó al miedo, pero el próximo martes hay otras elecciones en las que el miedo puede resultar victorioso. En Israel, puede llegar al gobierno de coalición un político abiertamente racista, Itamar Ben Gvit, al frente de un partido llamado Sionismo Religioso que defiende expulsar del país con cualquier pretexto a los ciudadanos israelíes que no son judíos, es decir, a los más de dos millones de ciudadanos israelíes que son árabes. En Israel el miedo está justificado: el 60% de los judíos israelíes se considera a sí mismo de derechas, aunque no necesariamente votantes de Sionismo religioso. Ese 60% aumenta incluso hasta el 70% cuando se trata de votantes de 18 a 24 años. ¿Qué pasó con el laborismo israelí?

Esperanza

01:26

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Soledad Gallego-Díaz

Soledad Gallego-Díaz

Es periodista, exdirectora del periódico 'EL PAÍS'. Actualmente firma columnas en este diario y publica...

 
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