Celia Villalobos: "Si tenía que negociar con un misógino, me hacía la tonta... y le terminaba engañando, claro"

Madrid

Celia Villalobos reconoce que está adaptándose a los nuevos tiempos. A su vida, fuera del Congreso. Ella se fue antes de que la echaran: "No me apetecía que el secretario general me dijera que no repetía. Así que le dije: "No, me lo voy a decir yo a mí misma, que siempre es más agradable", reconoce la ex diputada del Partido Popular. Celia Villalobos dejó la política en activo después de 33 años y en un tiempo que - en sus palabras - fue muy convulso para su partido. De esa etapa, en la que Teodoro García Egea jugó un papel importante, tiene un diagnóstico muy claro: "Es que hay gente que llega a los sitios demasiado pronto o no tenía que haber llegado nunca. Ser secretario general de un partido es muy difícil. Nosotros hemos tenido un gran secretario general que fue Paco Álvarez-Cascos. El 'General, secretario' y después hemos tenido gente que ocupaba la Secretaría General".

Villalobos se define como una firme defensora del bipartidismo y no tiene dudas sobre el liderazgo de Feijóo al que define como un representante de la vieja política. La vieja política es una suma de virtudes que ella sí ve en Feijóo: "Es sensato, razonable, humilde, no se altera demasiado. Puedes confiar en él".

Un exdiputado del Partido Popular dijo de ella que es una mujer de izquierdas en un partido de derechas y que mientras otros diputados del PP que venían de la izquierda evolucionaron a posiciones liberales y conservadoras, ella tenía una estructura política básica que continuaba anclada en la izquierda. Se siente cómoda en esa definición porque no se define como conservadora. "Sólo me gustaría ser conservadora con la línea, pero no lo consigo", bromea. Durante años, Villalobos fue el verso suelto del PP. La diputada que rompió la disciplina de voto en el 97 para apoyar la regulación de las parejas de hecho, el matrimonio homosexual y el aborto. ¿Un verso suelto? Sí, lo fue, pero nunca le dieron un toque. "Ni José María Aznar, ni Mariano Rajoy me llamaron. Jamás. He pagado la multa al grupo parlamentario, pero nunca me llamaron para preguntarme qué estaba haciendo. En la vida. Yo siempre he defendido en lo que creo. ¿Que he ayudado al partido a avanzar? Pues probablemente. Pero eso es bueno. Eso le ha venido muy bien al centroderecha. El padre de un amigo mío decía: "Todo el mundo aplaude tus piruetas, pero tú sola te curas las agujetas". ¿Y ella votaría hoy a favor de la Ley Trans? No tiene respuesta. Reconoce que no llega a entender la ley y que necesita llegar al fondo. Cree que no está bien articulada.

Cuando hace memoria, reconoce que echa de menos resolver problemas, negociar, estar en el Congreso. Hoy, pasado el tiempo, reconoce algunas de las estrategias que usaba a la hora de pactar:"Si el que tenía enfrente a un tío misógino me hacía la tonta, que es lo que les gusta. Que el misógino piense que se enfrenta una tonta y lo acabas engañando, claro. Si son personas inteligentes o es una mujer, pues sabía que tenía que ceder en determinadas cosas. Antes de empezar, tenía que saber hasta dónde ella va a poder renunciar y hasta dónde yo iba a poder renunciar". Villalobos eligió a Juanma Moreno para que fuera su concejal de juventud en su etapa como alcaldesa de Málaga. "El día 29 de julio me dieron la medalla de oro de la ciudad y me nombraron hija predilecta de Málaga. Lo hicieron por unanimidad el resto de grupos políticos. Votó a favor también Podemos y el PP tenía los votos suficientes. Eso es lo que le gusta de la vieja política", explica Villalobos.

En enero murió su marido, Pedro Arriola. Arriola es una de las piezas fundamentales para entender las estrategias de Aznar y Rajoy. "Era un hombre muy razonable, muy trabajador, que conocía muy bien la sociedad española. Él siempre decía: "Vosotros los políticos y los periodistas cogéis una encuesta y al día siguiente os olvidáis. Yo empiezo a trabajar al día siguiente y jamás miro la asignación de escaños, porque eso no sirve para nada. Lo que miro es la profundidad. Él tenía todas las elecciones de Cataluña mesa por mesa, desde las primeras elecciones hasta las últimas. Mesa por mesa. ¿Eso qué significa? Sabía muy bien como evolucionaba el pueblo catalán. Eso era trabajar. Le dedicaba 16 horas al trabajo. No tenía otra cosa. Era feliz en su trabajo. Y bueno, tenía buena cabeza. Muy buena cabeza. Pero se lo llevó el Alzheimer. Parece mentira. Un hombre que vivía de su cabeza. Así son algunas enfermedades. Terrible", lamenta Villalobos.

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