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Una guerra entre ositos cuquis y unicornios es la película española de animación del año

Alberto Vázquez dirige la salvaje y loca 'Unicorn Wars', una fábula antibelicista sobre el fanatismo religioso, el adoctrinamiento y la familia: "Es un cruce entre Apocalypse Now, Bambi y la Biblia"

Fotograma de 'Unicorn Wars'

Fotograma de 'Unicorn Wars'

Madrid

Alberto Vázquez es uno de los genios de la animación española. Ganador del Goya por Psiconautas y por su corto Decorado, el artista gallego da un paso más con su segundo largometraje, la ambiciosa y salvaje Unicorn Wars, una mezcla, dice él mismo, entre Apocalypse Now, Bambi y la Biblia. No le falta razón al describir así esta historia que nació de un cómic y luego fue un corto, pero que ahora amplía su universo y temáticas al desarrollar una fábula antibelicista donde unos ositos amorosos en el campamento 'Honor, dolor y mimos' le declaran la guerra a los unicornios.

Con estos personajes, Vázquez traza una historia que habla, por un lado, del fanatismo religioso, del sinsentido de la guerra y de gobernantes déspotas que alimentan el odio y la violencia. Y por otro, trata el acoso, la envidia y las disputas familiares entre dos hermanas. Una guerra interna y externa dominadas por la locura. Con la voz de Ramón Barea como narrador de este macabro cuento y su mitología, y combinando música sacra con sintetizadores, Alberto Vázquez construye todo un universo donde el uso del color subvierte la dictadura de lo cuqui y adentra al espectador en un sangriento relato bélico para el que ha trabajado con una nueva técnica que combina la animación más artesanal con la 3D.

La película es una coproducción gallego vasca con Francia que compitió en Annecy, el festival más importante de este género y que también ha pasado con éxito por Sitges. En el gran año el cine español, Unicorn Wars es un hito de la animación para adultos por su riesgo, por su técnica y porque nunca pensamos que unos ositos y unos unicornios nos sumergirían de nuevo en la violencia y la locura de El corazón de las tinieblas.

El origen de esta historia primero fue un cómic, luego un corto y ahora un largometraje ¿Cuáles fueron los debates internos sobre cómo expandir este universo con tanto potencial y hacia adónde llevarlo?

Esto parte, efectivamente, de una historia corta de cómic que en 2013 decidí adaptarla a cortometraje que se llama Sangre de unicornio. Este corto contaba la historia de dos hermanos que iban a cazar unicornios y era un poco una excusa para hablar del bullying, de la relación entre hermanos, de la culpa... Y me quedé con ganas de expandir este universo, porque cada vez que hago un cortometraje de estos, que al final son dos años de trabajo, abro un universo, un mundo. Y muchas veces el cortometraje, aunque tienen sentido en sí mismo, en mi caso se me quedan como corto, como la palabra dice, me quedo con ganas de más. Entonces, en el 2016 cuando empecé a escribir el guión, se me ocurrió que podía mezclar esta historia fantástica con un poco el género bélico y con una historia épica, religiosa y mitológica. Es por eso que siempre que hablo de esta película la defino como un cruce entre Apocalypse Now, Bambi y la Biblia. Tiene un poco cosas de todo esto. Y es una excusa para meter todos los temas y todos los tonos que quería meter en esta película. Esto va surgiendo poco a poco desde el subconsciente, la creación es un poco así, necesitas reposar e ir trabajando desde el inconsciente.

Y ahora que hablas justo de eso, de la creación, del guión. Eres un artista multidisciplinar, ilustrador, dibujante, ¿qué surge antes en tu cabeza, la historia o las imágenes? ¿cómo es tu propio proceso creativo?

Los dibujantes trabajamos obviamente mucho con el dibujo. Es decir, el dibujo es un idioma universal muy potente. Para mí saber dibujar es más que hablar inglés, francés y japonés, es un idioma universal, una manera de pensar, de hacer conceptos. Yo vengo del mundo del cómic, ahí aprendí a desarrollar mi universo y mis historias, mis diálogos. Vengo del mundo de ilustración, ahí aprendí a conceptualizar la imagen, a trabajar con textos de otros, a trabajar el arte, los fondos y todo eso lo aplico a la animación. Luego, por supuesto, también tienes que aprender o tener la capacidad de escribir un guión cinematográfico porque es una mezcla de todo. En mi caso parto del dibujo siempre, de bocetos, de cosas que apunto, pero luego tienes el punto este del cine que tienes que presentar un guión a tus productores y eso se tiene que financiar. Entonces hay un poco de arte, un poco de industria, un poco de profesión también. Pero siempre parto del dibujo, es como la base de todo para mí.

La película trata muchísimos temas, ¿la guerra siempre es un preocupación y ahora más? También hablas del fanatismo, del adoctrinamiento, que conecta mucho con todo lo que estamos viviendo

Mi idea principal era hablar de una guerra externa, del origen común de todas las guerras. Al final, los ositos viven en una sociedad religiosa y militarizada, muy fanatizada. Lo fanatismos son un gran problema hoy en día en la sociedad. Quería hablar de una manera metafórica y desde una alegoría, y los ositos consideran a los unicornios un demonio y el bosque, un sitio que les pertenece. Ellos tienen su opinión pública, y quién domina la opinión pública, domina la guerra. Esa era una de las ideas principales. Pero en realidad también de lo que quería hablar era de una guerra interna, en este caso entre los dos protagonistas, Azulín y Gordi, por el amor de su madre. Me interesan mucho también los conflictos familiares, puede haber bastante dolor y crueldad en la familias. Quería mezclar estos dos elementos, cómo esta guerra interna también de alguna manera influye en la guerra externa. La guerra está metida dentro del ser humano, el poder destructor y sanador. El hombre contra la naturaleza está metido dentro del ser humano.

¿Y la presencia de ese libro sagrado es también porque tienes cierta fascinación por la Biblia en general como relato de ficción canónico?

Estos personajes tienen su propio códice, que es una especie de parodia de la Biblia. Donde hay una leyenda, hay una profecía y cuenta la historia de ese pueblo. Y la religión tiene un elemento interesante, es una herramienta de control de la sociedad. No es lo mismo una guerra sin ideología que con ideología. Entonces eso me interesa. Al final hay una fascinación por ello, a mí me encantan los códices medievales, me encanta el arte sacro en general, me encanta el Antiguo Testamento o esta serie de fábulas o de historias donde hay un Dios que castiga al ser humano. Yo estudié en un colegio católico, tengo una enseñanza católica y tengo una relación de amor y odio, porque por un lado me fascina y por otro lado me repudia. Me pasa igual con la guerra. Por un lado me fascina todo eso, esas películas como Apocalypse Now o el libro de Joseph Conrad, esos descensos al infierno con personajes que tienen que sobrevivir ante condiciones hostiles, que tienen que tomar decisiones a vida o muerte, que se pierden en la selva, en la locura. Entonces he mezclado un poco todas mis filias y fobias en esta peli.

Y ahora que hablas de lo sacro, está también muy presente en la música junto a los sintetizadores. La combinación es alucinante

Sí, tenía muy claro qué tipo de música tenía que tener esta peli. Es una mezcla de música sacra, clásica, con coros que hemos grabado con el orfeón donostiarra, con una música electrónica de paisajismo sonoro. Es la música que yo escucho para trabajar. Cuando escribo un guión, me hago una banda sonora. Es una manera de fomentar la creatividad, de meterte en el ambiente. La banda sonora va desde música sacra a cantos gregorianos, a voces búlgaras, pero también a la electrónica más rompedora y experimental. Cuando hablé con el compositor José Beristain, pues a él también le gustaba esa música y hemos ido afinándola de forma que aporta narrativamente a la peli.

Y el uso de los diferentes colores. Hay tonos pastel, rositas como en 'Cerdita', luego más saturados ¿Hay también un alegato contra la dictadura de lo cuqui?

Como director de arte y como ilustrador también, para mí el color es muy importante. El color tiene que ser narrativo, tiene que ser expresivo y simbólico, tiene que ir con la historia, tiene que contar. No me vale el color bonito porque sí o el color naturalista, que el cielo es azul, los árboles verdes. El color tiene que contar. Entonces, por ejemplo, los flashbacks del personaje de Azulín son azules, los del Gordi, que es rosa, son rosados. La película empieza con tonos muy pastel cuando están en el campamento, pero a medida que van perdiendo la cabeza los personajes, vamos a tonos más fríos, colores más saturados, más blanco y negro, más dramatismo. La guerra final es todo un festín de fucsias, rojos y amarillos de explosiones. Es todo muy gráfico. El color es fundamental y en la animación más todavía, porque al final es dibujo.

¿Cómo ha sido el proceso para combinar animación más clásica o artesanal con el 3D de los unicornios?

Somos la primera película en el mundo que está desarrollada totalmente en Blender. Es un software de 3D gratuito, de de código abierto. Y hemos trabajado con una herramienta que se llama Grease Pencil que sirve para trabajar 2D en un entorno 3D. Hemos tenido muchas reuniones con los desarrolladores de esta herramienta y nos han construido cosas para nuestra película que ya quedan en esta herramienta. Nosotros teníamos un problema, es una película bastante ambiciosa, hay batallas y a lo mejor 30 unicornios que había que animar en un plano, luego en el siguiente plano diez, en el siguiente 15, para una producción de un presupuesto limitado. Era muy complejo. Entonces decidimos hacer los unicornios en 3D pero sin que se notase. Los hemos hechos como siluetas y los hemos repintado frame a frame por encima, dándoles texturas y luces para que se vean pintados a mano. Y luego hemos roto su animación. Normalmente la animación 3D es a 24 frames por segundo, pues la hemos roto a ocho frames o a 12 frames por segundo para que no sea tan perfecta y tan fluida, para que case perfectamente con la animación de los ositos. Ha sido un reto técnico porque la animación, además de un arte, también es una industria y tiene un componente muy tecnológico y muy técnico. Nos parecemos más a la hora de trabajar a un estudio videojuegos que a una película de ficción. Por eso se alargan tanto las películas de animación, porque tienes que estar dos años o tres con oficinas, softwares y todo eso.

Es una coproducción con francesa. Imagino lo que cuesta levantar una película así

Es una película gallego vasca y francesa. Por el propio problema de financiación de la animación, sobre todo con este tipo de películas adultas con un tono más artístico, que no son para niños, lo necesitábamos. Financiarlo todo en España es prácticamente imposible. Tienes que buscarte socios. En este caso trabajamos como una productora francesa muy radical en sus propuestas, con la que conectamos perfectamente, y ellos han hecho la gran parte de unicornios de la película. Nos hemos fragmentado así porque era la manera más sencilla de trabajar. Ellos tenían mucha experiencia en 3D y nosotros tenemos más experiencia en un trabajo más tradicional en 2D y ahí hemos encontrado el equilibrio. Pero sí, es necesario encontrar alianzas fuera. Además que es bueno para la película porque también en Francia se vende como francesa, aunque es mayoritariamente española, pero nos viene bien. Tenemos el estreno en Francia el mes que viene y los franceses defienden mucho lo francés.

No hay nacionalismo mejor que el cultural francés

Exactamente, exactamente.

¿Tiene la animación para adultos futuro en salas en España? Este año las pelis de animación infantiles han hecho los mejores datos de taquilla, pero la de adultos se sigue resistiendo y ha encontrado también su hueco en plataformas, mira Alberto Mielgo ganando un Oscar

En cuanto a cines, la cosa está complicada para todos, para la animación para adultos está complicado, pero para el resto del cine de autor también. Las películas están en taquilla una semana o dos, tres como mucho, y desaparecen. Hoy en día es complicado hacer una gran taquilla a no ser que hagas pelis familiares o las grandes estudios que salen ahí con películas de superhéroes o de Marvel. Evidentemente si la tienes en una plataforma, en alguna en la que todos estamos pensando, su visionado se va multiplicar por un 500% ¿Es el futuro del cine? No lo sé, eso te podría hablar más un productor. No sé cuánto cobran las productores por poner su película en las grandes plataformas. Tampoco creo que sea la panacea. El cine ahora está en un momento de transformación que no sabemos hacia dónde puede ir o cómo rentabilizar todo esto. Hay más películas que nunca, más series que nunca, y todo lo que no está en la página principal es muy complicado, pero no por ello vamos a dejar de hacer cine. Yo como creador lo que quiero es que mis películas se vean lo mayor posible, pero yo soy un tipo de director que tampoco pienso mucho en taquilla. Pienso en hacer la película que a mí me gustaría hacer o que me gustaría ver, y luego ya la película no me pertenece, pertenece a la audiencia y ya se verá de dónde puede venir. Tienes que tener un poco de suerte también. Estamos en un momento en el que ya el cine no hace las taquillas que hacía antes, igual necesita un repensar la fórmula.

¿Hay un apoyo al cine de animación en España?

No especialmente. La animación debería ser, como es en Francia, industria nacional. Porque hay prácticamente un pleno empleo, hay muchísima demanda, hay muchísimo talento en España ¿Pero qué pasa? Que trabajan para fuera la gran mayoría, hay grandes empresas en España en películas extranjeras, hay grandes artistas como Alberto Mielgo que trabaja en Estados Unidos. La cosa está complicada, pero no debería ser así. El cine de animación y el cine en general es arte, pero también es industria, genera muchos puestos de trabajo, y además es una industria que exporta nuestra cultura ¿Por qué celebramos el Halloween? Porque estamos completamente absorbidos por la cultura americana. Nosotros no hemos estado en Estados Unidos, pero conocemos New York, conocemos como son las urbanizaciones americanas, conocemos San Francisco, conocemos las calles, las proyecciones americanas y ellos nos han invadido con eso, con el cine. España es un país riquísimo en todos los sentidos a nivel cultural, podríamos hacer lo mismo. Tendría que ser una estrategia nacional, el español es un idioma súper potente en un montón de sitios del mundo. Deberíamos exportar nuestra cultura y debería ser un sector estratégico porque aparte de arte, da puestos de trabajo.

José M. Romero

José M. Romero

Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...

 
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