Jaime Rosales: "No me gusta hablar de masculinidad porque viene connotada de una negatividad implícita"
El cineasta catalán, autor de títulos como 'Petra' o 'Hermosa juventud', estrena 'Girasoles silvestres', un drama en el que examina la masculinidad a partir de la historia de una joven madre que interpreta Anna Castillo
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Entrevista | Jaime Rosales por 'Girasoles silvestres'
28:09
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Madrid
Después del auge del Me Too y el movimiento feminista, la ficción ha empezado a cuestionar los roles femeninos. Y con ese cuestionamiento han florecido nuevos personajes e historias que abordan la maternidad y las relaciones de pareja desde el punto de vista de la mujer. Además, también comienzan a surgir relatos que ponen en entredicho los roles masculinos en estos momentos de cambio de paradigma. Jaime Rosales, que ya indagó en ello en Hermosa juventud, centra su nueva película, Girasoles silvestres, en tres momentos vitales de una chica que sufre relaciones tóxicas con los hombres. La protagonista es Anna Castillo, fantástica en su papel de madre de dos niños que vive con su padre, un solvente Manolo Solo. Sin embargo, aunque el personaje centre el relato, la historia se divide en tres capítulos, cada uno de ellos dedicado a un hombre, con los que tiene una compleja relación. A lo largo de esas tres historias, Rosales muestra el patetismo de tres jóvenes que acaban perpetuando patrones patriarcales. El primero es Oriol Pla, chico de barrio que no escapa al círculo de la violencia de género con sus "tatuajes carcelarios", como los define el director. Después Quim Ávila, un padre ausente, un hombre que no acepta su rol de cuidador. Por último, Lluís Marqués, el hombre dulce, en mejor posición social, pero que no escapa al machismo en el que ha sido educado y en el que le es fácil sobrevivir. Tres tipos de hombres, de la generación millennial, que conectan con el de Hermosa juventud, un crío que debía asumir la paternidad cuando lo que quería era fumar, beber y estar con los colegas. Girasoles silvestres es la más convencional, o accesible, de las películas de Rosales. Un retrato que se acerca a la vida del barrio y de una familia obrera, una mujer que navega entre relaciones sin herramientas emocionales y dificultad para leer a sus parejas. El director usa su estilo sosegado, introspectivo y elíptico para describir a los personajes y tratar de de entenderlos.
En Girasoles silvestres vuelves a temas que estaban de alguna manera en Hermosa juventud. La precariedad, la maternidad... ¿Por qué volver?
La verdad es que no tengo una respuesta al por qué. Las películas aparecen en algún momento porque hay una conexión con el presente, con los temas que me parece que tienen actualidad y también porque aparecen unos personajes y unas historias que me resultan atractivas de comunicar y de contar. Es verdad que el entorno es el mismo, aunque los planteamientos son diferentes. Me parece que lo que en Hermosa juventud era una pregunta, aquí se dibuja en forma de respuesta, aunque también hay otras posibles interpretaciones. Cuando hice Hermosa juventud me inquietaba mucho la cuestión de si los jóvenes que se iban a incorporar a la edad adulta iban a conseguir formar una familia y conseguir desarrollar un oficio, que no es lo mismo que tener hijos y tener trabajo. Y me preguntaba si realmente algo tan importante como eso iba a ser posible para ellos. Y en esta película vemos a un personaje que sí va a lograr eso a través de mucho esfuerzo, errores y también aciertos.
¿Y cómo es tu acercamiento a esta historia? La conexión con el presente y si has hecho un trabajo de campo
Una parte de la documentación ya venía de Hermosa juventud, porque me documenté mucho recorriendo barrios, hablando con gente joven que me explicaban sus problemas, cosas que realmente eran muy llamativas para mí. Y, en cambio, en este caso ese trabajo de campo se puede decir que ya lo tenía hecho y me encontré con un reportaje que mostraba a una mujer americana que era de esas mismas características. Tenía dos hijos pequeños y atravesaba tres momentos con tres hombres muy diferentes. Ese reportaje de repente me llamó la atención y dije bueno, esto se puede transformar en una película y pasarlo del universo norteamericano al español.
Entre estas dos películas de las que hablábamos hay una diferencia muy importante temporal. Hermosa juventud era la recién ocurrida la crisis económica, con todo lo que eso llevaba. Había como una identificación muy grande cuando veías esa película con lo que les estaba pasando a estos adolescentes, a estos jóvenes, pero que también pasaba en otras capas de la sociedad. En esta, ha habido una pandemia de por medio, un MeToo, ¿eso cambia también la percepción de la película y de los propios intereses de esos personajes? ¿Te lo planteaste?
Sí, sí, por supuesto, claro. El mundo no se detiene, van pasando cosas. Esa crisis dio paso luego a otros problemas, ¿no? El MeToo, por ejemplo, ha sido algo que también ha transformado mucho la sociedad, está redefiniendo los roles. Había una pandemia. Ahora hay una crisis debido a la guerra de Ucrania, siempre van a pasar cosas. Lo que sí me parece es que los seres humanos nos reponemos de las dificultades. Creo que vivimos en un mundo cada vez más solidario, en un mundo que ante los desafíos se producen respuestas muy solidarias y comunes. Por ejemplo, lo hemos visto en la pandemia. El mundo entero buscó soluciones para el mundo y ahora lo hemos visto también en el problema de Ucrania. Como un abuso se convierte en algo intolerable para la comunidad internacional. En otros momentos, a lo mejor la gente se desentendía más. Yo creo que el mundo va cambiando siempre a mejor, no quiere decir que se ha perfeccionado. Y efectivamente, la película habla de la actualidad, incluso se retrata. Hay tres episodios. En el último aparece ligeramente el COVID y trata también toda esta redefinición de los roles entre los hombres y las mujeres.
Justamente la película, a través de la historia de esta madre joven que interpreta Ana Castillo, indaga en la masculinidad tóxica, que creo que es un término que no te gusta
Bueno, a ver, cada uno tiene su vocabulario. Pues yo que sé, por ejemplo, hay gente que cuando se refiere a la ideología comunista dice la palabra comunista, otros dirán realismo social y otros dirán marxismo. Cada uno tiene su vocabulario y es libre. Y no digo que no se pueda utilizar el que cada uno quiera, el de masculinidad no está dentro del mío. Yo hablo de hombres y de mujeres y hablo de conflictos, de problemas. También hablo de violencia, en todas mis películas aparece la violencia y siempre lógicamente la rechazo. Lo de la masculinidad es que me parece que viene connotada de una negatividad implícita. Yo creo que hay hombres y hay mujeres y hay unos que son éticamente buenos y otros que son malos. Eso pasa en todos los países, en todas las razas, en todos los sexos, en todas las religiones. Entonces me parece que connotar a lo masculino de negativo sería como connotar a lo musulmán de negativo o al judío de negativo o al asiático de negativo. Me parece que no debemos de connotar algo directamente de esa negatividad, por eso no me gusta esa palabra.
De ahí lo de hablar de tóxica, de masculinidad tóxica
Pero casi se convierte en un pleonasmo decir masculinidad tóxica y luego la palabra tóxica tampoco me gusta porque lo tóxico es algo que mata. Es cierto que los seres humanos nos matamos los unos a los otros y entonces, en ese sentido, sí que hay seres humanos que han matado a otros y eso es completamente deleznable, inadmisible. En la película el primer personaje encajaría dentro de esa personalidad peligrosa. Es alguien que luego, al final, la policía se lo lleva. O sea, creo que el Estado funciona y extrae al individuo. Sí que en ese caso se podría hablar de alguien tóxico para la sociedad y para ella. Sobre todo porque es alguien al que se denuncia y ella -en referencia al personaje de Anna Castillo-, yo creo que después de la paliza está con ganas de perdonarle. Él además se arrepiente, si no lo hubiera denunciado, si la policía no actúa y esa violencia vuelve, al final puede acabar matándola, como desgraciadamente vemos en muchos casos.
Pero, ¿hay un interés de poner a esos hombres o ponernos frente al espejo en la película?
A mí lo que me interesa es que el espectador se ponga ante el espejo. Una de las cosas que me interesaba era mostrar tres relaciones, tres hombres, pero sobre todo tres relaciones muy diferentes. Un hombre claramente violento en una relación que tiene cosas muy buenas, con altibajos y mucha alegría, mucho gozo, pero al final también una violencia terrible. Un segundo hombre en una relación que está como atascada fruto de una inmadurez. Y una tercera relación, a lo mejor no tan gozosa ni desde el punto de vista de la alegría ni probablemente del sexo, pero más madura y más sostenible. Entonces, yo creo que cada espectador, sea un hombre o una mujer, puede reflexionar dentro de su propia vida si ha tenido una relación así. Y ahora que he ido haciendo preestrenos me encuentro muchos espectadores que me dicen yo me identifico con alguna de estas relaciones y eso sí que me parece que es algo que me interesa con la película. Me interesa que quieras hacer de espejo y luego que también se produzca un debate respecto a la película y respecto a la vida y a los problemas que plantea la película.
Al personaje femenino sólo lo conocemos por las relaciones que tiene, aparece en pequeños detalles en que trabaja y la familia que tiene, pero fundamentalmente la película se centra en las relaciones ¿Por qué querías que esto fuera así? ¿no te dio la sensación de que era reducir mucho el personaje a sólo lo sentimental o era precisamente lo que querías contar?
Una película al final gravita en torno a un tema. Y es bueno que sea así. Ese tema se ramifica, pero gravita en torno a un tema, en este caso la relaciones de pareja. Entonces también ella se relaciona con su hermana, con su padre, con los niños. Tiene un trabajo, como apuntas, también persigue una carrera. Hay ramificaciones, pero lo central del personaje, porque es lo central del tema sobre lo que se quiere reflexionar, son las relaciones de pareja. Entonces, no es que no existan otras dimensiones en el personaje y que el personaje se reduzca a eso. Lo que sí que se reduce es la temática de la película. Igual que no sé, una película como El francotirador de Clint Eastwood se reduce a reflexionar sobre la cuestión de la violencia y cómo asimila matar a otras personas. No quiere decir que no tenga amigos con los que toma cerveza o pareja, pero la película se centra en un tema. Y el tema de esta película, a donde yo quiero llevar al espectador, nunca adoctrinar, sino a reflexionar, es sobre la importancia de las relaciones de pareja.
Para eso utilizas algo que es habitual en tu cine, que son las elipsis. En este caso todavía creo que más ampliadas
Sí, es verdad que de todas mis películas probablemente es la más elíptica. En el sentido de que creo que es la película que recorre más tiempo en la vida de un personaje, que ocurren más cosas y además es una de las películas que menos metraje tiene de mis películas, con lo cual todo es muy denso. Recuerdo que mi hija Leonor fue a San Sebastián a ver la película y luego volvió a verla aquí en un preestreno con una amiga suya y le decía a la amiga, hay que estar muy atenta, porque aunque las escenas son como lentas, todo pasa muy deprisa y si no estás muy atenta, te lo pierdes. Y entonces la amiga ya estaba prevenida. Hace poco veía una serie y estaba bien, estaban bien los actores, estaban bien la realización, el tema era interesante, me parece que el enfoque era bueno, y cuando llevaba ya tres capítulos le decía a mi mujer, pero no puede ser, si es que esto no avanza, es que siguen en lo mismo, vuelven a reiterar, vuelven otra vez al mismo sitio. Esto en cinco minutos lo tengo yo resuelto. Entonces me parece que el cine es el arte del tiempo, eso lo explica muy bien Hitchcock. A veces comprimimos el tiempo y a veces lo expandimos, pero lo que no puede ser es una no utilización del tiempo. Entonces cuando la niña se pierde Melilla, la siguiente escena es la niña en el cuarto llorando. Está claro que la han encontrado.
Has insistido mucho en que esta es tu película más accesible, de un director que ha hecho cosas muy atrevidas y arriesgadas, ¿por qué? ¿por qué esa reflexión para llegar a más espectadores?
A lo largo de mi carrera he ido atravesando diferentes etapas con diferentes necesidades. Ha habido momentos en los que eran obras más experimentales. Creo que esas obras más experimentales aportaban algo al espectador, aunque fueran pocos, pero les tenía que aportar algo. Y ahora tengo la necesidad de comunicar lo que tengo, siempre son ideas mías a más gente, y entonces recurro a un lenguaje que me parece que es más amable o más hospitalario. Pongo una música como la de Triana, que me encanta, hay recursos que endulzan un poquito la experiencia, también hay más tensión en la película. Hay momentos en que te agarrabas a la silla porque da una sensación de peligro. Y luego también hay momentos de emoción y de llanto. Entonces todo eso creo que, en este caso, ayuda a que la película se vea más y que se cuente lo que yo quiero.
Pero eso no significa que no vayas seguir haciendo otro tipo de cine, que te veamos en Cannes y que no te vayas a pasar a la comedia.
Nunca se puede decir de este agua no beberé ni este cura no es mi padre, pero la verdad es que ahora mismo curiosamente tengo dos proyectos, uno en España y uno en Francia, y no siento las mismas necesidades. Puede que radicalice un poco más mi lenguaje en el proyecto francés y siga abriéndolo en España. No lo sé. O a lo mejor acaba siendo una síntesis de todo. Pero sí, hombre, yo creo que seguiré, seguiré investigando.
¿Y cómo ha sido en este caso el trabajo con los actores? Lo intérpretes siempre hablan de lo particular que es trabajar con Jaime Rosales. Anna Castillo es quien lleva casi todo el peso de la película, ¿cómo ha sido el intercambio con ella?
Con ella ha sido bastante curioso. Da la impresión de que todo le viene de forma natural y en realidad es pura técnica. Es alguien que tiene una técnica increíble y que creo que también para mí era muy importante. Porque al ampliar mucho su arco dramático, de manera que pasara de mucha alegría a mucha tristeza, había que hacerlo de manera controlada, me parece que era muy importante el que que ella dibujara bien el personaje y que lo lleváramos con precisión momento a momento ¿Para qué? Para no desparramar. Todo era un trabajo de precisión gracias a que encontramos esa medida, que para mí es tan importante, entre estar concentrado y relajado, en llevar al actor a esa situación. Y me ha parecido un talento increíble, con una técnica increíble y una gran profesional siempre. Y por añadidura, que parece que sí, que tengo una historia amor con ella, es que es muy agradable trabajar con ella. Es alguien que facilita el rodaje, crea buen ambiente, todo le parece bien. Sólo se me ocurren buenas palabras para Anna.
Y luego hay otra cosa que ya pasó en Petra, recurres a guionistas más jóvenes con otra mirada, a mujeres ¿Qué te aporta?
Sí, a mí de hecho, me gusta mucho trabajar con con mujeres. En este caso ya lo llevo al extremo que creo que era el único hombre de todo el rodaje, porque la directora de fotografía era Hélène Louvart, la montadora, Lucía Casal, guionista y directora de producción, Bárbara Díez, la ayudante dirección Vicky Mullor, también vestuario, maquilladora, era todo el equipo de jefas. Yo era el único hombre, entonces me parecía adecuado, porque en definitiva era la historia de una mujer, el punto de vista de una mujer, y el director era un hombre. Para mí era muy importante rodearme de mujeres que me iban también a guiar. Había escenas que me decían, oye, aquí te estás pasando o uy, esto una mujer no lo haría. Y entonces eso me servía de guía y corregía el rumbo. Una película es a la vez un trabajo personal, pero sobre todo un trabajo colectivo.
En San Sebastián hablabas de esas categorías, entre comillas, de hombre primitivo y hombre evolucionado para definir a los personajes masculinos. Uno de los debates que hubo entre la crítica era que había cierta asociación entre las categorías de hombres y el nivel socioeconómico ¿Te parece en algún sentido relevante o peligroso vincular esas dos ideas?
Fíjate que de todo lo que se ha dicho de la película en San Sebastián, lo que me sorprendió fue eso, porque no lo había pensado. Realmente entiendo porque alguien lo puede reseñar y no lo había pensado realmente. Me parece que es así que en esta película el último hombre, que creo que es más evolucionado, es más educado, es mejor pareja que el primero. También es verdad que tiene una educación y que probablemente pertenezca a una clase social más elevada que la del primero. Pero realmente no lo había hecho con esa intención. Y luego reflexionando dije, pues puede que tengan razón. Que lo tenía que haber pensado, pero no me parece tan relevante. Lo que sí que también es cierto es que un cafre que es un bestia como el primero, pues es difícil que acabe con un empleo y que pueda sostener una familia. Y es difícil, te dirán, y cuidado, que tiene cosas que lo hacen atractivo a los ojos de ella, si no, no hubiera sido su pareja. Pero no creo en el determinismo social. Me parece que existe un ascensor. Ella parte de un punto y acaba mejor. Y luego, muchas veces pongo el ejemplo de Amancio Ortega, que empezó vendiendo batas y es el hombre más rico de España. Y en cambio Mario Conde, que era abogado del Estado y que parecía que era el hombre más rico del mundo, tomó malas decisiones y acabó en la cárcel. Te quiero decir que el ascensor me parece que funciona en todos los niveles. Aquí yo no había hecho esa lectura, pero entiendo porque la gente la pudo hacer.
Y en el caso de la maternidad, es verdad que este año confluyen varias películas que ahondan en ese tema desde distintos puntos de vista ?Por qué crees? No sé si tiene algo que ver en qué momentos de crisis nos agarramos a la familia
Bueno, yo creo que en estos momentos la redefinición del rol del hombre, de la mujer, de la maternidad, de la paternidad, es muy actual porque se está transformando mucho. Los cineastas estamos atentos a lo que está ocurriendo en la realidad. Siempre el cine es de todas las artes la que más se vincula a su momento. También es la que más utopía contiene. Es como una mezcla entre mis películas. Me gusta verlas así. Son como un retrato de nuestra sociedad. Espero que para las generaciones que vengan y se puedan interesar. Y además también tienen una cierta utopía dentro. Es una reflexión como querríamos que el mundo mejorara, que fuera de alguna manera gracias a nuestras películas, ¿no? Entonces es normal que confluyan muchas películas en torno a un mismo tema, porque son los temas que están candentes en la actualidad. No me parece una cosa extraña
¿Qué tipo de espectador es Jaime Rosales? ¿Entra en la categoría de cinéfilo que está pendiente de lo que se estrena y se habla?
Yo voy al cine mucho y me interesa el buen cine. Hay películas que siempre se escapan a las categorías, pero matizando un poco, habría dos grandes categorías, el cine clásico de género, generalmente de Hollywood, y luego el cine moderno, que está más vinculado a la realidad y a la mirada de un autor. En ambos hay trigo y paja. Entonces yo siempre voy a buscar el trigo. Puedo ir a buscar el trigo del cine comercial de género de Hollywood o puedo ir a buscar el trigo en el cine de autor. Lo que no me gusta es la paja en ninguno de los dos. Y entonces veo de todo, pero lo elijo y lo selecciono mucho. Puedo ir a ver un Top Gun o un Dune, que me parecen dos películas estupendas en su categoría, o puedo ir a ver a Drive my car, que me parece una obra maestra en su categoría. Me encanta ir al cine y me encanta luego discutir de la película con mi mujer, a veces con mi cuñada, también en grupo y. Y es una maravilla hablar luego de la película, reflexionar sobre los temas. Eso es para mí un disfrute. Puede ser con cualquiera, pero hay que saber distinguir el trigo de la paja.
¿Y cómo se hace eso?
Hay varias maneras. Me parece que una es los festivales, otra los críticos y otra las salas y la distribución. Por ejemplo, si una película que tiene que ser de autor ha ido a un festival y ha funcionado, luego la crítica ha dicho cosas buenas y además está en las salas que tiene que estar, pues parece que esa película hay que ir a verla. Si hay algo mal dentro de esa cadena, pues es raro. Puede que en el festival haya ido fenomenal, pero luego la crítica es mala y luego no está en la sala que tú te esperas que esté. Pues sí, en el festival funcionó, pero no debía haber funcionado o hay algo que falla. A lo mejor esa película no la iría a ver. Si es una película comercial, con una campaña muy fuerte y tal, pero la crítica es mala de determinado prescriptor en el que yo confío para ese tipo de cine, que a lo mejor no para otro, diré, uy, aunque tiene mucha campaña, no me fío y tampoco iré a verla. Entonces al final tienen que confluir esos factores, no creo que todo, pero no quieres ir a la sala a ver algo que no te guste.
Te vamos a fichar. Y veo que tienes fichados a los prescriptores
Yo creo que, por ejemplo, en nuestro país, y no me pidáis nombres por favor, hay buenos prescriptores para el cine clásico y hay buenos prescriptores para el cine moderno. Y no son los mismos. Pero si determinado prescriptor, determinado crítico, que está hablando de una película, habla bien, diré ostras, esta película probablemente esté bien y entonces iré a verla. Es muy importante también la sala, uno sabe qué salas programan de una determinada manera con sus gustos. Aunque este crítico haya dicho que esta película es muy buena, si no está en esta sala, ¿por qué es? Debería de estar. Algo está fallando. Entonces es un conjunto de cosas.
Nos lo apuntamos
Yo creo que los espectadores lo saben. Al final lo sabemos. Son películas donde todo encaja y somos sensibles a eso. Si no bastaría con gastar en una campaña y ya estaría hecho.
Y no es así
Tú puedes empapelar Madrid con una película y a lo mejor a la sala no va nadie.