La patria es nuestra

Madrid

En una jornada como esta no se me pone carne de gallina por el desfile ni por las banderas, sino al recordar lo que, hace poco, me contó una persona real, a quien conozco de la vida misma. Esta mujer, española legal y leal, que aquí trabaja y aquí cotiza, partió hace unos meses a su país de origen para cuidar, durante un tiempo, físicamente (porque económicamente, ya lo hace) de los parientes mayores que quedaron atrás.

Se llevó con ella a su hija menor, nacida en España. Y la cría, de unos cinco años, un día miró a su alrededor, la miró luego a ella y le dijo: “Qué pobres son, mamá. ¿Cómo es posible?”. La respuesta de la mujer emociona más que todas las fanfarrias y las soflamas y las mantillas de estos españolazos hiperventilados que, ahora, vemos crecerse ante la admiración de los más toreables, que no tolerables.

Dijo la mujer: “Tú no lo sabes porque has crecido en España, en donde hay oportunidades que las personas más pobres tenemos que aprovechar, en donde hay becas para estudiar y se puede ir al médico”. “Y ya ve”, añadió, esta vez después de contarme la historia, “he pensado que, en el próximo viaje, me llevaré al mayor, para que se acuerde de lo que es vivir mal de verdad”. Feliz 12 de octubre, querida gente que pagamos impuestos. La patria es nuestra.