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Paul Schrader: "No sé si seré capaz de volver a dirigir una película. No puedo respirar"

El guionista de 'Taxi driver' y director de 'El reverendo', el cineasta americano que mejor ha hablado del perdón y la redención, recibe el León de Oro Honorífico en Venecia y presenta su nueva película, 'Master Gardener', el cierre de una trilogía existencialista

Paul Schrader en el Lido de Venecia EFE/EPA/ETTORE FERRARI / ETTORE FERRARI (EFE)

Paul Schrader en el Lido de Venecia EFE/EPA/ETTORE FERRARI

Venecia

Sus personajes son hombres heridos, que hicieron el mal y se arrepienten, que llevan el perdón a cuestas. Primero los escribió para otros, como el personaje de Robert de Niro en Taxi Driver, película que dirigió Martin Scorsese. Después empezó a crearlos y modelarlos él mismo como director, como en El reverendo o El contador de cartas, película que estrenó hace justo un año en el Festival de Venecia. El certamen italiano lo vuelve a traer por dos motivos, el primero porque recibe su León de Oro honorífico. Y el segundo, porque presenta el cierre de esa trilogía sobre la existencia con Master gardener, cinta que protagonizan Joel Edgerton y Sigourney Weaver.

"A lo largo de mi vida he sido muchas cosas, como guionista o director, pero también empresario porque de lo contrario no había logrado construir estas pequeñas y raras películas. Solo por eso merezco este León de Oro", dice el director que a sus 76 años no habla de retirada total pero sí asume que está cerca. "Mi salud no es buena, no sé si seré capaz de dirigir otra vez, solo podría hacerlo sentado en esta silla, no puedo ni subir esa rampa. Dirigir es una ocupación muy activa, pero aún puedo escribir, eso es seguro. Principalmente es que no puedo respirar", declara en una entrevista con la Caden SER en la Mostra.

Pese a que no se encuentra físicamente bien, su mirada a América a través del cine sigue intacta. Es uno de los autores que mejor ha retratado el lado oscuro del sueño americano y, aunque no se considera un bicho raro del todo, es consciente de que su cine está en extinción. "Lo sigo haciendo para que los jóvenes cineastas sepan que se puede hacer, cada vez es más difícil levantar una película así. Todos estamos trabajando para las plataformas de alguna manera. La exhibición en cines es ya como una mesa puesta a ciertas cintas y nombres. Algunas plataformas están haciendo acuerdos con las salas, pero los estudios han muerto. Hollywood ha muerto", sentencia. No es optimista en este aspecto de la industria, pero su pasión hace que no pueda contenerse cuando ve una buena película (a veces también las malas). Lo cuenta en su perfil de Facebook, y aunque admite que "las redes sociales son incendiarias", no deja de comentar. La última ha sidoTÀR, una de las películas en competición aquí en Venecia, de la que no le ha gustado su final, por cierto.

Contaba Schrader que Jean Paul Sartre le ha influido en sus últimas películas. Leyó La náusea y quiso ahondar en ese existencialismo francés que el filósofo explicó y llevarlo a sus nuevos personajes. Ese existencialismo, dice el director, está incluso en el guion de Taxi Driver. Pero esa existencia anodina del ser está más presente si cabe en su última película, un drama psicológico que continúa esa mirada sucia y exculpatoria al americano medio. "No es tanto una película sobre la redención como sobre perdonarse a uno mismo", avisa.

En Master gardener, Joel Edgerton interpreta a un jardinero con un pasado turbio, que cuida y protege el jardín de una rica viuda, Sigourney Weaver, y de su sobrina con problemas. "Un jardín así es el lugar perfecto para un tipo solitario que quiere esconderse, me permitía hacer muchas metáforas", sigue. La redención, el racismo, el peso del pasado y la culpa centran esta película donde la botánica sirve al director para explicar eso de volver a empezar, de volver a plantar la semilla ¿Hay posibilidad de dejar de ser un un supremacista blanco o un racista? Parece preguntarse Schrader en esta película que tiene menos violencia que otros de sus trabajos y que incide en eso del perdón a través de la sangre. "Ese es el dilema, no sé si alguien que lleva tatuado que es un supremacista puede dejar de serlo en su cabeza, yo pienso que es difícil. En un principio pensé en ambientar la película en un programa de protección de testigos, pero me pareció un cliché. Después decidí tomar un personaje como este, ponerlo en un jardín y ver si podía ser perdonado. No sé si la historia es plausible pero el arte debe crear sobre todo hipótesis", explica para aclarar que ya no seguirá con este tipo de personajes solitarios. "Espero haber terminado con ellos", bromea

Schrader, igual que Scorsese, ha tenido en la imaginería religiosa un mundo de inspiración. El jardín es el inicio de la Biblia, de aquí que reconociera el director que es la metáfora más antigua del arte y también la jardinería ha hecho mella en la actriz protagonista: "He comprendido que la jardinería significa en realidad creer en el futuro, lo vi como una iluminación", contaba Sigourney Weaver en la rueda de prensa. Después del premio honorífico que recibió el primer día la actriz Catherine Deneuve, Schrader recibe un reconocimiento por una carrera con más de 30 guiones a sus espaldas, pero además con un abanico de personajes que son ya puros iconos de la historia del cine. Él pertenece a la generación de cineastas, como De Palma o Spielberg, que formaron el Nuevo Hollywood, que cambiaron la estética y el lenguaje del cine y que hoy inspiran a nuevos cineasta y a muchos actores. Ese Hollywood ya ha muerto, cree Schrader, y él solo espera que la salud lo deje seguir creando.

 
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