'El Señor de los Anillos: Los Anillos de Poder', mucha pasta, un arranque prometedor y algunas dudas

Madrid

La guerra del streaming se libra en el terreno de lo fantástico. Si Netflix ha mimado con dólares ‘Stranger Things’, Disney insiste con los superhéroes y HBO recurre a derivados de ‘Juego de Tronos’, Amazon Prime Video lleva años cocinando la gran superproducción que le permita competir de tú a tú con el resto de plataformas. El gigante del comercio electrónico compró en 2017 por 250 millones de dólares - la misma cifra que desembolsó Jeff Bezos por hacerse con el 'Washington Post'- los derechos para expandir el universo creado por J.R.R. Tolkien y explotar, ya de paso, el fervor de sus millones de fans.

Ocho años después de la tercera película de El Hobbit, última colaboración de Peter Jackson con estas historias, ‘El señor de los anillos: los anillos del poder’ nos devuelve a la Tierra Media para narrar, a modo de precuela, todos los eventos previos y leyendas que forjaron el relato de los libros y las cintas. En este caso, no hay un material literario que sustente la historia, solo algunas anotaciones y textos del escritor británico —especialmente los apéndices de 'El retorno del rey', donde se describe el ascenso del oscuro y poderoso Sauron y la creación de los anillos de poder— que le ayudaron a perfilar y construir todo el imaginario de una de las sagas más importantes de la cultura popular. "Leímos los libros, vimos las películas de Peter Jackson, y cuando oímos que Amazon había comprado los derechos, nos pusimos a ello, porque sabíamos cuál era la mejor historia que contar. Cuando piensas en el universo que creó Tolkien te das cuenta de que es enorme, es un océano de ideas, pero a nosotros nos surgió la adaptación de forma muy orgánica. Nos encantaba la historia anterior a 'El señor de los anillos', y la vimos con muchísimo potencial para adaptarla, porque son piezas que acaban encajando en la historia original, y funciona tanto para los fans de siempre como para los nuevos", explica Patrick McKay, uno de los creadores.

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Ambientada en la Segunda Edad, miles de años antes de los hechos conocidos, la serie presenta un mundo en relativa paz donde la oscuridad y el pasado se despiertan de su letargo. "El mal no descansa, aguarda para cegarnos", avisa Galadriel, el personaje que ejerce de nexo con el material original y que en las películas interpretaba Cate Blanchett. Ese el leitmotiv de la serie en su arranque mientras va presentado, entre otros, a los nuevos elfos, reyes, enanos y pelosos —una subraza de los hobbits—. "Es un gran reto, porque es un territorio nuevo en términos de que la gente no está familiarizada con la Segunda Edad, y es la base sobre la que se asienta todo lo que hemos conocido antes de llegar esta serie. Son mundos muy diferentes a los que hemos visto en las películas, muchos de estos territorios ya estaban destruidos... Estoy seguro de que todo el mundo va a ver los capítulos buscando detalles específicos, y están ahí. Es un mundo apasionante, que va a sorprender y acercar a los fans que ya existen, como nosotros, y a los nuevos fans", confía Morfydd Clark, la nueva Galadriel.

El inicio de la serie es abrumador. La necesidad de abrir este nuevo universo, viajar por los distintos escenarios y explicar el micro mundo de todos los personajes resulta farragoso y agotador. Ya avisaba J.A. Bayona que lo más difícil era ese prólogo inicial narrado que coloca todas las piezas en el espacio y el tiempo. Sin embargo, pasado ese escollo, el segundo capítulo despliega todo el potencial de la ficción y el espectador, ya familiarizado, entra en una historia que mezcla aventuras, acción, suspense, humor y hasta terror. Un cruce géneros con el que el director español, encargado de esta carta de presentación, marca el tono de la serie, diseñada para varias temporadas. La amplitud y ambición del proyecto ensancha el arco narrativo de los personajes si los comparamos con las películas y obliga, por ahora, a ser más cautos y pacientes con el desarrollo de esta historia.

J.D. Payne y Patrick McKay son los showrunners que lideran esta superproducción. Dos frikis —en el buen sentido— de la obra de Tolkien, formados por la productora de J.J.Abrams, que apuestan por la literatura y la poesía en los diálogos y por ir desentrañando a fuego lento los objetivos y motivaciones de cada uno de los personajes. "La ventaja y la oportunidad que teníamos aquí es poder sumergirnos en esta cultura y este mundo. La mitología es tan rica y tan compleja que necesitábamos un reparto muy amplio. A nivel meta, nos sentimos muy parecidos a Frodo y Sam, y de alguna manera somos como esas dos criaturas pequeñas de la Tierra Media, a las que se les da el destino del mundo que conocen. Y entonces construimos una hermandad a nuestro alrededor que creíamos que podría ayudarnos a llegar hasta el final", explicaban en la premiere en Londres.

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El reparto lo componen más de 20 intérpretes, encabezados por la propia Morfydd Clark (Galadriel) y Robert Aramayo (Elrond), actores prácticamente desconocidos hasta ahora que tienen el reto de mostrar su carisma en una saga donde los protagonistas de las películas se convirtieron en auténticos iconos. No lo tienen fácil, pero algunos ya apuntan maneras en estos dos primeros episodios. "Todo el mundo que busque en los libros y en la mitología que Tolkien ha creado verá que hay posibilidades increíbles para construir historias, personajes, dinámicas, relaciones... Es normal que al pensar en ello te acuerdes de los personajes originales, pero hemos incluido personajes nuevos muy atractivos. Los pelosos, por ejemplo, que son los predecesores de los hobbits. Creo que a la gente le va a encantar saber de dónde vienen y cuál es su historia", defienden los responsables. La comparación con las producciones de Peter Jackson son inevitables, él fue el encargado de poner imágenes y darle vida en pantalla a las palabras de Tolkien. Igualmente la serie compite y coincide en el tiempo con la precuela de 'Juego de Tronos', un producto más adulto y político que este relato de vocación familiar.

Más allá de las dudas sobre el piloto y el recorrido de algunos protagonistas, en 'El señor de los anillos: los anillos del poder' el dinero invertido luce en pantalla. No solo es una serie visualmente espectacular que nos lleva a un entorno conocido sin renunciar a crear un universo propio, sino que apuesta por localizaciones naturales —ha sido rodada en los impresionantes paisajes de Nueva Zelanda— y en no abusar del uso de lo digital. Su presentación es imponente, con numerosos escenarios en ese enorme mapa de la Tierra Media que recorren por tierra, mar y aire. Tiene todos los ingredientes para atraer a un gran público en su emisión semanal pero también estas dos primeras horas dejan algunas incógnitas. La primera es cómo afectará el cambio de directores al estilo marcado por Bayona, la segunda es si un material narrativo tan ambicioso aguanta las exigencias del formato seriado y la tercera es si un público, mucho más formado y exigente que hace 20 años, se 'enganchará' a esta nueva aventura en la era de usar y tirar.

Las cifras que envuelven a la producción de 'Los anillos del poder' son mareantes. Amazon Studios ha invertido 468 millones de dólares en el rodaje, y sólo el estreno del tráiler en la Superbowl costó a la compañía 13 millones. Se calcula que la segunda temporada, cuya producción comienza ya en octubre, elevará el coste de la serie hasta los 1.000 millones. El salto cuantitativo es considerable, si tenemos en cuenta que Netflix invirtió 270 millones en la última temporada de 'Stranger Things' y que la última de 'Juego de Tronos' costó 90 millones. La batalla, por los anillos y por cada suscriptor, solo acaba de empezar.