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Ansu Fati despierta al Barça

El FC Barcelona se impone a la Real Sociedad (1-4) aupado por la revolución que trajo consigo Ansu Fati: gol y dos asistencias, una para Dembélé y otra para Lewandowski, que se estrenó con un doblete

Ansu Fati celebra el 1-4 en el Real Sociedad-FC Barcelona / NurPhoto

Ansu Fati celebra el 1-4 en el Real Sociedad-FC Barcelona

Xavi sentó un precedente en el Reale Arena. Por primera vez el técnico de Terrassa prescindió de sus cuatro capitanes: Busquets, Jordi Alba, Piqué y Sergi Roberto. La vieja guardia quedó relegada por la nueva y a excepción de Busquets (sancionado por su expulsión frente al Rayo), no existía causa mayor que la más importante de todas, la futbolística. Araujo, Christensen y Eric García repetían en la zaga ante la ausencia del aún sin inscribir Koundé. El centelleante Baldé, aún canterano, tomó la totalidad del carril izquierdo. El dibujo no se tomó como precedente, pero sí como la viva imagen de la regeneración que se avecina. 3-4-3 organizado en un cuadrado en medio campo donde Ferran Torres figuraba, pero no compareció como mediapunta. En su rol deslumbraría Ansu Fati, el diferente. Las pizarras de Barça y Real Sociedad se basaron en la geometría. Imanol antepuso el cuadrado con un rombo en el centro del campo con un 4-4-2 rematado por un inspirado Isak y un eléctrico Kubo en punta.

El resumen del Real Sociedad-Barça, en AsTV

David Silva y Pedri, a los mandos del desenfreno

Partido grande para cerrar la semana grande de San Sebastián. Ritmo y desenfreno. Caos y alegría. Lo que toda fiesta merece. Y lo que el partido empezó regalando a los 48 segundos. Pedri escondió el balón y filtró hacia un enérgico Baldé, que cogió la oportunidad para vestirse del Jordi Alba de antaño para prender la mecha que explotaría el nuevo pirómano del área azulgrana. Lewandowski abrió su contador en Can Barça al primer toque, definiendo como si no le pesasen los 34 años que hoy celebraba.

El tiempo de celebración acabó pronto. A los cinco minutos, De Jong sufrió el peso del que Baldé escapó, el del tótem al que reemplazaba.

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El neerlandés se giró de forma tan lenta como previsible para la presión de la Real. La agitación que provocó frente al Rayo le pasó por encima llevando el peso estructural del equipo. Enfrente sufrió a Silva, quien empezó su puesta en escena poniendo a correr a Isak, al que le llegó el balón encabritado tras rebotar en Christensen. El sueco ni tan siquiera tuvo que rematar. Eric en un intento por taponar el disparo, surtió al esférico de un efecto que terminó por envenenarse hasta convertirse en una vaselina que superó a Ter Stegen e iluminó el 1-1.

David Silva y Pedri durante el partido

David Silva y Pedri durante el partido / Javier Etxezarreta

David Silva y Pedri durante el partido

David Silva y Pedri durante el partido / Javier Etxezarreta

El partido lo marcaron las presiones, las combinaciones rápidas, pero sobre todo un ritmo alto. El Barça seguía ofuscado en mirar primero a los extremos que a los interiores, en ser amenazante antes que ordenado. En ese escenario, la pólvora corría a cargo de los dos mayores aglutinadores de talento del campo. David Silva, a sus 36 años, y Pedri a sus 19. Generando, rompiendo líneas y poniendo en ventaja al resto a través del pase y la conducción. El ayer frente al mañana. El goteo de las ocasiones nacía de su inspiración.

También del desorden. El Barça se rompía cada vez que perdía y la Real Sociedad le corría. Mikel Merino y Kubo rompían y Ter Stegen sostenía. El centrocampista disparó, el alemán paró y el japonés perdonó. El hoy capitán azulgrana siguió con su procesión hacia la resurrección. En el minuto 44, el guardameta sacó la mano izquierda al disparo de Silva desde dentro del área. Sin tiempo de reacción, Ter Stegen volvió a los reflejos con los que desesperó al continente.

La estrella volvió a brillar vestida de color dorado

Las desatenciones de los hombres de Xavi continuaron tras la salida de vestuarios, tanto con el balón corriendo como parado. En una falta llegó el 1-2 para la Real, invalidado por fuera de juego por la interferencia de los tres jugadores donostiarras que fueron a atacar el centro de Brais Méndez. Nadie la tocó, y aunque entró, Munuera Montero y el VAR decretaron que su presencia desubicaba a Ter Stegen. El Barça no despertó con este aviso, tuvo que esperar a la sonrisa de Ansu Fati.

El 10, alejado de la titularidad frente a la sabia nueva que ha aterrizado en Barcelona, agitó el partido hasta volcarlo de su lado. Entró en el 63 por Ferran junto a Raphinha, que suplió a Baldé. Tardó cinco minutos en acabar con el gris que desprendían los de Xavi. En el 65 recibió en la frontal y mientras el mundo esperaba verlo girar, hizo girar a todos asistiendo de tacón a Dembélé. El francés apareció por izquierda y finiquitó con un potente disparo cruzado.

Lewandowski y Dembélé celebrando uno de los goles azulgranas en el Reale Arena

Lewandowski y Dembélé celebrando uno de los goles azulgranas en el Reale Arena / ANDER GILLENEA

Lewandowski y Dembélé celebrando uno de los goles azulgranas en el Reale Arena

Lewandowski y Dembélé celebrando uno de los goles azulgranas en el Reale Arena / ANDER GILLENEA

Tres minutos después, llegó el 1-3. Pedri filtró al área un pase sobrecogedor para el hincha y para cualquier futbolista blanquiazul que lo rodeaba. Encontró a Ansu, que mediapunteando y dejó de cara el balón para que el pirómano desatase los fuegos artificiales con su primer doblete como futbolista azulgrana. Robert Lewandowski, insaciable en su búsqueda del gol, dejó el culmen de la goleada en bandeja al 10. En las inmediaciones del área, donde se siente y es letal, recibió de espaldas y la dejó hacia Ansu Fati tirando de recurso, con el tacón, en un gesto con el que la estrella, que algunos parecían haber olvidado, finiquitó ante Remiro. 1-4. Un ciclón pasó por Donosti. Un gol y dos asistencias en sólo 15 minutos. Al final no hay palanca más poderosa que la del talento. El Barça lo reúne. Ahora, en todas partes. En las individualidades encontró el camino a la victoria que el colectivo aún no le da, pero con el atajo que suponen Ter Stegen, Pedri, Ansu Fati y Lewandowski, todo es más fácil.

Ansu Fati celebrando su gol, que suponía el 1-4

Ansu Fati celebrando su gol, que suponía el 1-4 / Quality Sport Images

Ansu Fati celebrando su gol, que suponía el 1-4

Ansu Fati celebrando su gol, que suponía el 1-4 / Quality Sport Images

El dorado de la camiseta puso a brillar al heredero. Después de atravesar un período aciago, Ansu Fati ha vuelto al punto en el que paró. Con la misma tenacidad, electricidad y picardía. Con aún si cabe más hambre y más gol. El partido se acabó cuando él compareció. La fuerza de la que es, (debe ser) y será la estrella del FC Barcelona fue incontenible para una valiente y apetecible Real Sociedad. El Barça de Xavi 2.0 sonríe por primera vez sobre el verde.

Juan Antonio Requena

Juan Antonio Requena

Estudiante de periodismo. Antes en Diario AS. Ahora aprendiendo en SER Deportes

 
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