Aborto en diferido
"Como no se puede limitar el uso de armas, porque es sagrado, hay que conseguir el mayor número posible de nacimientos. Y una forma de hacerlo es prohibir la interrupción del embarazo"
Madrid
Permitan que me tome con un humor negrísimo algo que no tiene ninguna gracia. Paso a explicarles por qué el Tribunal Supremo de Estados Unidos se ha visto obligado a permitir que cada uno de los 50 estados decida por su cuenta si prohíbe el aborto o lo mantiene legal. Más o menos la mitad lo prohibirán.
Las cifras son claras. Cada año, en promedio, más de 3.500 niños estadounidenses mueren a tiros. Entendemos como niños a los menores de 17 años. Más de 3.500, ojo. Casi 10 al día. De ellos, siguiendo con promedios, 2.100 niños mueren por violencia doméstica o callejera y 1.200 se suicidan. Hablamos siempre de armas de fuego. Los tiroteos en las escuelas suelen dejar cada año unos 35 cadáveres infantiles, pero en lo que va de 2022 ya llevamos 24 escolares difuntos.
Hay padres que, en un alarde de sensatez, dan un arma a sus hijos para que se defiendan en el cole. Pero siempre ocurre algún accidente. El pasado 17 de mayo, en una escuela de Chicago llamada Walt Disney, a un crío se le disparó la pistola que llevaba en la mochila e hirió a otro niño de 7 años.
La conclusión es evidente: pronto van a faltar niños. Como no se puede limitar el uso de armas, porque es sagrado, hay que conseguir el mayor número posible de nacimientos. Y una forma de hacerlo es prohibir la interrupción del embarazo.
Pero manteniendo abierta la vía de lo que podríamos llamar “aborto en diferido”: cuando el niño tenga ya unos años siempre habrá a mano una pistola. O un rifle de asalto. Ningún problema con eso: en Estados Unidos hay más armas de fuego domésticas que población. 393 millones para 330 millones de habitantes.
Estados Unidos es un país que se pone cada día más estupendo.