La tentación
"El problema, para mí, no consiste en que los Borbones tengan tendencias delictivas, jamás diría eso, sino en la tentación. Te lo ponen tan fácil, que lo más fácil es caer"
Madrid
El rey de España sigue siendo inviolable. Dicho así suena fatal. Significa que, haga lo que haga, no puede ser llevado a juicio. El PNV lanzó un intento parlamentario de acabar con eso pero entre PSOE, PP y adláteres lo rechazaron. Vamos a ver: yo no creo que este rey vaya ponerse a cometer crímenes. Pero ahí está el caso de su padre, el Emérito. Que, bueno, ya saben.
El problema, para mí, no consiste en que los Borbones tengan tendencias delictivas, jamás diría eso, sino en la tentación. Te lo ponen tan fácil, que lo más fácil es caer. Puede pasarle a cualquiera. Donald Trump dijo en 2016, cuando aún era un simple precandidato, aquello de “podría pararme en mitad de la Quinta Avenida y disparar a gente y no perdería votantes”. Resultó que tenía razón. Siendo lo que era, ganó las elecciones y fue presidente. Lógicamente, se convenció de que podía hacer lo que le diera la gana. Al final no disparó a la gente en la Quinta Avenida, pero intentó un golpe de Estado, que como crimen no está nada mal. ¿Por qué lo hizo? Se sintió inviolable (según van las cosas, parece que lo era y sigue siéndolo) y cayó en la tentación. Normal.
Por eso creo que el rey debería ser violable, o sea, responder ante un tribunal si cometiera algún delito grave, o leve, o una simple infracción administrativa en su vida privada. Para evitarle tentaciones. Y para que lo de su padre no se repita.