Madrid

En 1983 un productor de la televisión canadiense tuvo una idea para un programa de música, su propuesta pasaba por juntar a músicos que tuviesen un punto de conexión pero que nunca hubiesen compartido escenario.

Durante dos temporadas de 13 episodios, ese hombre llamado Ian Anderson disfrutó de conciertos apasionantes que desde su televisión local de Ontario daban el salto a todo Canadá. Uno de aquellos conciertos es nuestro disco de esta semana, el que juntó a dos maestros, Albert King y Stevie Ray Vaughan.

En los ochenta, King vivía un resurgir tras unos años oscuros, pero siempre marcados por la fuerza de un guitarrista único que sentó catedra y creó escuela. Por esos años debutaba Stevie, que eso mismo año había puesto sus cuerdas en el Lets Dance de David Bowie y había editado el primer trabajo de su breve carrera.

Albert y Stevie se habían conocido unos años atrás en Texas, cuando un promotor insistió a King para que diese la alternativa a un chaval de 17 años que perseguía a todos los bluesman que pasaban por allí. King quedó sorprendido por el joven hasta el punto de recordarlo una década después.

La complicidad de ambos músicos se muestra en este disco salvaje y seductor que recorre el cancionero de King con algún guiño al de Stevie. Aunque este álbum es en realidad un diálogo de guitarras con solos maravillosos y fraseos eternos y muestra ese punto de unión entre dos generaciones separadas racial y socialmente, pero conectadas a través del lenguaje del blues.

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Para recorrer esta joya del blues nos acompañan Ricardo de Querol y Lucía Taboada.

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Stevie Ray Vaughan y la masterclass de Albert King

44:08

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