Candidato-Vaca
"En un notabilísimo acontecimiento, los políticos se fotografían sin parar con animales, preferentemente vacas. Es una mezcla de genialidad y patochada, sin descartar que más patochada que genialidad. Todavía no ha llegado la hora de los leones, las anacondas, los cocodrilos, pero ¿cómo descartarlo?"

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Galicia
En un notabilísimo acontecimiento, los políticos se fotografían sin parar con animales, preferentemente vacas. Es una mezcla de genialidad y patochada, sin descartar que más patochada que genialidad. Todavía no ha llegado la hora de los leones, las anacondas, los cocodrilos, pero ¿cómo descartarlo? Después de todo, la política es un viaje en espiral, siempre en ligera pendiente. Pero ahora, es el momento de la vaca. Fotográficamente, vive días dulces. Ella no lo sabe, o me creo yo que no lo sabe, pero su presencia mejora automáticamente la credibilidad de los candidatos, cuyo mensaje implícito sería: «Ojalá fuese como ella». Aunque habría que preguntar a los asesores. El magnetismo del asesor es incluso superior al de la vaca. No en vano, ahorra al jefe el nefasto trabajo de pensar. Para pensar hay que valer, por otra parte. Nunca viene mal delegar, como cuando en su lecho de muerte Pancho Villa pidió a los suyos: «¡Digan que dije algo grande!». Es fácil imaginar a un asesor rogar a su candidato: «Sobre todo, haz como si no fueses tú mismo, por lo que más quieras». Inmerso en una crisis de reputación que no encuentra su final, resulta normal que el político se deja la piel por ser otro, incluso por ser una vaca.