El micromentario de Pepe Belmonte: 'Rafa Nadal, la mujeres y Arabia'

Murcia

Han sentado mal, muy mal, dos circunstancias relacionadas con Rafa Nadal, uno de los deportistas más destacados de la historia de nuestro país. Y, por ese motivo, las Redes Sociales han echado humo en estos últimos días, con mensajes poco agradables dirigidos al tenista balear.

De una parte, declaraba que, en el mundo del tenis, las oportunidades para hombres y para mujeres deben ser las mismas, pero no así los sueldos. Y añadía que debería seguir siendo así hasta que las mujeres no generen el mismo dinero que los hombres.

Y por si todo ello fuera poco motivo de polémica y controversia, también ha aceptado ser embajador de tenis en Arabia, ese país en donde, como a todos nos consta, se vulneran multitud de derechos humanos y se aplica sistemáticamente la pena de muerte.

Es obvio que, si Arabia no tuviera tanta riqueza, generada por la industria del petróleo, a buen seguro que sería tratada por la comunidad internacional de igual manera que naciones como Corea del Norte o Venezuela.

El propio Rafael Nadal ha pedido de inmediato comparecer en los medios de comunicación, con todo lo que se le ha venido encima, para aclarar el porqué de su decisión.

Niega por completo estar blanqueando la imagen de un país como Arabia. Y niega rotundamente que su decisión haya obedecido al único hecho de ganar una buena pasta, porque no necesita el dinero -eso dice él- y en nada va a cambiar, a estas alturas, su vida.

Pero, por mucho empeño que ahora ponga el genial tenista español, que tanta simpatía ha despertado siempre en todos nosotros, algo sí que ha cambiado, porque hasta los más benévolos y comprensivos con su actitud se preguntan qué necesidad tenía el hombre, a sus 37 años y habiendo llegado a lo más alto, de meterse en esos líos.

Decía Napoleón, al que tanto le gustaba exhibir sus atributos de militar y de político, que "la ambición jamás se detiene, ni siquiera en la cima de la grandeza".