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El Cristo de Juan de Austria regresa a Cartagena tras su restauración

El proceso de intervención del también llamado Cristo de Lepanto se ha prolongado durante seis meses en el Centro de Restauración de la Comunidad debido a su complejidad

Recepción del Cristo de Lepanto restaurado en la Iglesia de Santa María / Ayuntamiento de Cartagena

Recepción del Cristo de Lepanto restaurado en la Iglesia de Santa María

Cartagena

La imagen del Cristo de Juan de Austria, también llamado Cristo de Lepanto, regresa a la iglesia parroquial de Santa María de Gracia de Cartagena, tras ser sometido a un proceso de rehabilitación en el Centro de Restauración de la Comunidad Autónoma.

Se trata de una escultura de marfil de autor desconocido que, por sus características, relacionadas con el barroco, remite a una talla del último tercio del siglo XVII o inicios del XVIII, y que ahora ha sido sometida a un proceso de limpieza y reintegración cromática y de sus piezas en el Centro de Restauración de la Comunidad.

El proceso de intervención se ha prolongado durante seis meses debido a su complejidad, en primer lugar, por el material a tratar, pero también por la dificultad de la operación. La obra llegó al centro tras sufrir graves daños al producirse una caída en el traslado a una exposición. Sin embargo, este accidente sirvió para mostrar fracturas existentes derivadas de un antiguo golpe que había sido posteriormente tratado y para el que se usaron materiales débiles. Además, la escultura presentaba una capa de suciedad generalizada, restos de barnices y pequeños retoques cromáticos.

Ya en las instalaciones dependientes de la Dirección General de Patrimonio Cultural, el Cristo de Juan de Austria fue sometido a varios procesos de limpieza, así como a un laborioso trabajo a punta de bisturí para retirar algunas concreciones de yeso muy adheridas al material.

Por último, se reintegraron cromáticamente las reposiciones de resina y se le aplicó un barniz final, de manera puntual, para igualar el brillo con el de las zonas originales de marfil. Además, los clavos de las manos y los pies fueron sustituidos por unos nuevos que han servido para anclar la efigie al madero.

 
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