Violencia en el deporte base: una problemática que exige soluciones
Hablamos esta semana en Hoy por Hoy en las Rías con Manuel González Ramallal, sociólogo especializado en la relación entre el deporte y la sociedad
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Manuel González Ramallal, experto en sociología del deporte
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A Coruña
En los últimos días, la violencia en el deporte formativo ha vuelto a ser noticia en España con dos casos que han generado una gran preocupación. En primer lugar, un espectador falleció tras ser agredido en un partido de balonmano cadete femenino en Vilalonga, Pontevedra. El hombre intervino en defensa de su nieto, árbitro del encuentro, y sufrió una agresión que derivó en su muerte.
A este trágico suceso se suma el caso de una árbitra de 13 años, que fue increpada por integrantes de ambos equipos en un partido de prebenjamines en A Coruña. La joven denunció los hechos en un comunicado público en Riazor, y como resultado, se han tomado medidas sancionadoras contra los responsables.
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Un problema social reflejado en el deporte
Para profundizar en esta problemática, hemos hablado con Manuel González Ramallal, sociólogo y profesor universitario especializado en la relación entre el deporte y la sociedad. González Ramallal señala que estos hechos no son casos aislados, sino manifestaciones de un problema social más amplio. "Todavía encontramos a personas que insultan y agreden a otras por diferentes motivos, ya sean machistas, homófobos, xenófobos o de otro tipo", explica.
Según el experto, el deporte actúa como un reflejo de la sociedad en su conjunto y, en algunos casos, se convierte en una válvula de escape para tensiones acumuladas. "Muchas veces, la tensión social, económica y política encuentra un caldo de cultivo en el deporte, donde las normas de comportamiento parecen relajarse", advierte.
La preocupación por la violencia en categorías formativas
Uno de los aspectos más alarmantes de estos sucesos es que ocurrieron en partidos de categorías formativas. "Es inusual que la violencia se manifieste en estas edades, lo que genera una lógica alarma social", indica González Ramallal. A diferencia del deporte de élite, donde la presión competitiva es extrema, el deporte base debería centrarse en la educación y el desarrollo personal de los niños y adolescentes.
El sociólogo apunta que, en muchos casos, no se diferencia entre el deporte de formación y el deporte profesional. "Muchos padres ven en sus hijos un potencial ascensor social y pierden de vista el carácter educativo del deporte base", explica. Esta confusión lleva a que la búsqueda del éxito se imponga sobre la enseñanza de valores como el respeto y la convivencia.
La figura del árbitro: en el centro de la presión
Un elemento recurrente en estos episodios es la presión sobre los árbitros, que muchas veces son jóvenes en proceso de aprendizaje. "El árbitro es el que está en un espacio de absoluta soledad; nadie le anima y, en muchos casos, es el blanco de críticas por parte de ambos equipos", subraya González Ramallal.
Para generar empatía con los colegiados, el experto propone que los propios jugadores y sus familias experimenten el arbitraje en entrenamientos. "Sería interesante que los niños y sus padres asumieran ese rol en entrenamientos para comprender la dificultad de esta labor", sugiere. Además, advierte que la percepción negativa de los árbitros en el fútbol profesional, con polémicas constantes sobre el VAR y casos como el "caso Negreira", también contribuyen a esta falta de respeto en el deporte base.
Reflexión y acción: el camino hacia un cambio
Los recientes episodios de violencia en el deporte formativo deben servir como una llamada de atención para la sociedad. La educación en valores, el respeto a los árbitros y la comprensión del deporte base como un espacio formativo son claves para evitar que estas situaciones se repitan.
"Es fundamental que entrenadores, familias y dirigentes deportivos refuercen la idea de que el deporte base no es una plataforma para la presión y el éxito, sino un entorno de aprendizaje", concluye González Ramallal.
Es responsabilidad de todos trabajar para que los niños y jóvenes puedan disfrutar del deporte en un ambiente seguro y saludable, donde la competición nunca justifique la violencia.