La mirada de Jorn Lucas: El bar de toda la vida
Cada martes el periodista neerlandés nos da su visión sobre temas de A Coruña
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La mirada de Jorn Lucas: El bar de toda la vida
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A Coruña
Ahora que el mundo está cambiando de una manera que pocos se podían imaginar, en Europa nos damos cuenta de nuestro estatus de Calimero. Ese estatus, lo hemos ganado por nuestros propios méritos. Es lo que pasa cuando no tienes ojo al panorama general y, en cambio, solo te fijas en las propias naciones.
Pero, por muy diferentes que sean los países de la Unión Europea, hay algo muy grande que nos une. Y eso es el gran mundo que nos rodea, un mundo que - como vemos ahora - no siempre es tan amable. Esperemos que esta situación nos despierte.
En los casi 3 años, en los que mi familia y yo construimos una nueva vida en esta ciudad, descubrí lo grandes que son esas diferencias entre los estados miembros de la UE. Es más, creo que las diferencias entre España, y especialmente Galicia, y los Países Bajos son mayores que las diferencias entre cualquier otro país de la UE. Coincidimos en el horario y usamos el euro, pero - poco más.
Esto se puede ignorar, o abrazarlo. Yo elijo lo último.
En estos años en A Coruña fuimos capaces de enriquecer nuestra vida con nuevas amistades y enamorarnos de las costumbres de aquí. Ir el sábado por la mañana al mercado de la Plaza de Lugo para comprar pescado fresco por ejemplo. Y pocas cosas me hacen más feliz que sentarme en una terraza con una cervecita o un vermut y pincho de tortilla bajo los cálidos rayos del sol de enero o febrero. O tomar un café por la mañana con una tostada con tomate en un bar del centro.
Son pequeños hábitos que en Ámsterdam eran impensables. No solo porque el clima apenas lo permite – créeme, en Coruña no llueve tanto como pensáis –, sino porque sencillamente no hay bares de toda la vida donde puedas ir. Un café por la mañana será por mucho un coffee on the go.
Para mi gran sorpresa, la semana pasada escuché que estos bares de toda la vida están desapareciendo poco a poco en las ciudades españolas y dando paso a cadenas de Estados Unidos y sitios de moda que sirven tostadas de aguacate y café con leche de avena. En Málaga, por ejemplo.
El cambio es bueno, soy un gran defensor de ello. Pero, por favor, conservemos lo que es bueno y valioso, especialmente cuando el mundo que nos rodea se está desmoronando. Así que, coruñeses y gallegos, mantengan vivas ciertas tradiciones y abracen el bar de toda la vida. A nosotros, los "foresteiros", nos encanta.