Un proyecto de la UVigo reaprovecha residuos vegetales para mejorar la conservación de pescados y mariscos
Este estudio cuenta con un presupuesto de 140.000 euros provenientes de los fondos FEADER
Un proyecto multidisciplinar de la UVigo apuesta por la economía circular para la obtención de antioxidantes naturales que favorezcan la conservación de los pescados y mariscos congelados.
El proyecto, del grupo operativo Agri-Resval, en el que están la empresa Néboda Farms, el grupo AgroBioTech for Health de la UVigo, la Fundación Empresa Universidad Gallega (Feuga) y el Grupo Nueva Pescanova.
La iniciativa ha sido presentada este miércoles en un seminario virtual en el que participaron representantes de las entidades socias del proyecto.
Según sus impulsores, el principal objetivo de Agri-Resval es desarrollar procesos innovadores para obtener extractos naturales ricos en antioxidantes a partir de residuos agrícolas, como los de la albahaca cultivada en sistemas verticales por la empresa Néboda Farms.
Estos antioxidantes serán aplicados a productos congelados de la pesca y el marisqueo gallegos con el fin de inhibir la oxidación lipídica, prolongando su vida útil y manteniendo sus propiedades organolépticas.
Proyecto con fondos europeos
El proyecto cuenta con un presupuesto de 140.000 euros del Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (Feader) canalizado a través de la Consellería de Medio Rural de la Xunta de Galicia.
Hasta octubre de 2026, evaluarán métodos de extracción sostenible, la eficiencia de los antioxidantes naturales en comparación con los sintéticos y su impacto en el sector.
El proyecto surge “en un contexto de creciente demanda de productos ricos en ácidos grasos poliinsaturados como los Omega3”, una tendencia que “es previsible que siga aumentando a medida que las y los consumidores tienen una mayor consciencia sobre los beneficios del consumo de este tipo de productos”, ha explicado la profesora Sonia Losada a la revista de la Universidad de Vigo.
El procesamiento y conservación de estos alimentos “supone uno de los grandes retos de la industria alimentaria, ya que estos ácidos poliinsaturados son muy susceptibles de sufrir procesos de oxidación lipídica, cuyo resultado es la aparición de malos olores o sabores desagradables y la consiguiente pérdida de calidad nutritiva y de las propiedades organolépticas del alimento”, ha añadido.