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Desalojado sin incidentes en Ribeira el edificio que llevaba okupado desde hacía cinco años

Un amplio despliegue policial en el barrio de Abesadas obligó a cortar la calle Xosé Ramón Fernández Barreiro para el desalojo finalmente voluntario de los cuatro okupas que quedaban en el inmueble

Aliviados, pero prudentes ante el temor de que vuelvan. Así se sienten los vecinos de la calle Xosé Ramón Fernández Barreiro de Ribeira que esta mañana vivieron de cerca el desalojo forzado de los okupas que quedaban en el interior de un edificio que visto desde fuera, queda ahora en un estado calamitoso.

Hablamos de un edificio que traía de cabeza a los vecinos porque en navidades iba a hacer cinco años que estaba “tomado” por okupas que durante todo este tiempo han protagonizado peleas, reyertas menores, ruidos, basura y sobre todo un clima irrespirable en el barrio das Abesadas por lo difícil que era convivir con estas personas sin apenas recursos, en la mayoría de los casos. Desde hacía cinco años este era también el punto de trapicheo más activo de la comarca del Barbanza llegando a vivir en el inmueble de 40 viviendas hasta 30 inquilinos ilegales que suministraban droga a plena luz del día. “Por aquí chegábamos a ver ao día ata 300 personas, isto era un horror. No meu taller nunca chegaron a roubarme pero sí aos meus clientes”, nos relata Alfonso, el propietario de un taller de coches que colinda con la fachada del edificio okupa.

Esta mañana un gran despliegue de la Policía Nacional y por orden judicial, los cuatro okupas que quedaban dentro del edificio tuvieron que marcharse para poder ser tapiado. El resto de okupas fueron saliendo estos días pasados al saber que hoy la policía los echaría a la fuerza. El edificio estaba nuevo cuando se acabó de construir, la promotora quebró y ahora es propiedad de la SAREB. Por fuera se pueden ver los numerosos destrozos que tiene con pisos incendiados, basura por todos sitios, hierba y plantas que llegaron a nacer de forma natural en los balcones y en la azotea, y hasta un sillón en un balcón desde el que dicen los vecinos “vixiaban todo o que pasaba na rúa, é un perigro”.

Después de años de intranquilidad y tensión, una vez concluyó el operativo policial, una empresa de albañilería se encargó de tapiar puertas y ventanas para que los okupas no puedan regresar a su interior pero los vecinos no las tienen todas consigo. “Esta noite a ver o que pasa porque o cemento non secou de todo e esta xente pode romper os tabiques para voltar a meterse dentro”, nos dice Alfonso el dueño del taller de coches. Otros vecinos dicen que seguirán “dando guerra” en otro sitio del ayuntamiento de Ribeira porque no tienen a dónde ir ni donde dormir.

 
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