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En el caso Asunta o el asesinato de Diana Quer: el ADN, en el centro del crimen

Basta con analizar una colilla, la saliva que dejamos en un vaso o un pelo para que la Policía tenga nuestro ADN que luego podrá cotejar con los restos hallados en un cadáver o en la escena de un crimen

El ADN, en el centro del crimen

El ADN, en el centro del crimen

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Santiago de Compostela

En nuestra comunidad no han sido pocos los casos que se han resuelto gracias al trabajo del Instituto de Medicina Legal o el de Ciencias Forenses, situado en Santiago de Compostela, que cuentan con investigadores de primer nivel. Además de resolver los principales crímenes en Galicia, también han participado en la resolución de delitos que se han producido fuera de nuestras fronteras.

Estamos hablando de crímenes como el caso Asunta, la agresión sexual y posterior asesinato de Diana Quer a manos de 'El Chicle' o, recientemente, la detención del presunto responsable del asesinato de Elisa Abruñedo hace más de una década. La genética forense, la antropología y el estudio del ADN permiten resolver cientos de crímenes al año, incluso los que se han producido hace décadas. En este reportaje analizamos con algunos de los mejores forenses de Galicia como trabajan en estos casos y como han evolucionado las técnicas en los últimos años.

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¿Qué es el ADN?

El Acido Desoxirribonucleico, mas conocido como ADN contiene información codificada de cada uno de nosotros, de los más de 7.000 millones de personas que vivimos en el mundo. Esa información es individual en cada uno salvo en los gemelos univitelinos, que contienen exactamente la misma información genética y son, por tanto, los únicos casos en los que son indistinguibles a través del ADN.

Por eso es una de las técnicas que más ayudan a los investigadores a resolver delitos como agresiones sexuales, homicidios o asesinatos. Noemí Morte, la responsable del Instituto de Medicina Legal, nos explica que en la escena de un crimen tienen muestras indubitadas, que saben a ciencia cierta a quien pertenecen, como por ejemplo, a la víctima de un homicidio y muestras dubitadas, es decir, material genético que está en la escena pero que dudan a quien atribuírselo.

En los últimos años han evolucionado las técnicas para ser capaces de obtener más información con menos recursos. Noemí Morte explica que cada vez será más sencillo acotar las muestras por zonas geográficas, características físicas, edad o etnia. Son elementos que, en su conjunto, permitirán llegar al responsable de un delito con mayor facilidad. Si hay un cuerpo que analizar y en él hay muestras biológicas de una o varias personas, el ADN resulta fundamental.

A lo largo del reportaje se habla también de la epigenética, la relación entre genes y ambiente. María Victoria Rodríguez Lareu, responsable del centro Luis Concheiro, perteneciente a la Universidad de Santiago de Compostela, explica la importancia que tiene el ambiente a la hora de alterar la información genética de los individuos. Este centro fue clave además en la resolución del caso de Elisa Abruñedo, al aplicar una novedosa técnica para determinar los rasgos físicos de una persona a través de su ADN.

El papel de la antropología forense

Hay ciertos casos donde el ADN no es suficiente, porque los investigadores no disponen de muestras con qué comparar ese ADN. Es ahí donde lo que sí puede resultar muy útil es la antropología forense. Un ejemplo, para la resolución del caso de un ciudadano portugués aparecido en un pozo en O Porriño. Fernando Serrulla, uno de los mayores expertos en esta rama y forense en la sede del IMELGA en el Hospital de Verín, pone de manifiesto que aquí la antropología forense le permitió extraer la información que la Policía necesitaba para, no solo identificar a la víctima, sino investigar a su entorno y proceder a la detención de dos personas tras quedar la investigación en una vía muerta.

En este caso el IMELGA ha puesto sobre la mesa una técnica, pionera en España y desarrollada por el propio equipo de Fernando Serrulla, que recibe el nombre de aproximación facial forense. Con ella es posible reproducir con exactitud la cara de una persona a través de muestras genéticas.

El futuro: ¿luz en casos sin resolver?

El objetivo de la ciencia forense es seguir avanzando y puliendo técnicas para que cada vez sean menos los casos sin resolver. En nuestra comunidad siguen sin esclarecerse algunos como el de Déborah Fernández, cuyo cadáver apareció hace más de 20 años en O Rosal y del que sigue sin conocerse que ha pasado. Tampoco el caso de Socorro Pérez, una ourensana de 43 años asesinada en 2015 después de salir a correr. Su cuerpo apareció sin vida un mes después en un monte cercano. También es conocido el de María José Arcos, desparecida en Corrubedo en 1996.

 
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