El jurado popular no funciona

Lugo

Con la repetición del juicio a Ana Sandamil, acusada de asfixiar a su hija de 7 años, por falta de argumentos de peso en el veredicto del jurado popular, su efectividad vuelve a salir a la palestra.

Según el Tribunal Superior de Justicia, el jurado popular que declaró culpable a la vecina de Muimenta hace ya un año, al considerar que el veredicto no estaba lo suficientemente motivado. El motivo a determinar no es si Sandamil fue quien asixió o no a la pequeña Desiree si no determinar si lo hizo en sus plenas facultades o no.

La decisión volverá a recaer en un jurado popular "que carece de formación alguna en materia legal, son españoles que saben leer y escribir", apunta el abogado Pepe Castro.

Hace un año, cuando en la Audiencia Provincial se consideró a la acusada culpable, el jurado popular consideró probado “el trastorno psicótico no especificado y/o trastorno de la personalidad de tipo mixto que tenía diagnosticado la acusada afectaba parcialmente a sus facultades mentales y no de forma importante y, por tanto, a su capacidad para comprender la ilicitud del hecho y/o a su capacidad de autocontrol y autodeterminación para actuar conforme a dicha comprensión”.

El TSXG reprocha al jurado que “simplemente opta”, pero “no motiva su decisión, no especifica el porqué de su elección” y por eso vuelve el juicio a ponerse en marcha.

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Castro explica que "esto evidencia que el jurado popular no funciona". Recuerda que el origen de esta herramienta era la de "involucrar a la ciudadanía en el proceso y evitar que los jueces pudieran estar influenciados por la instrucción", pero con el paso del tiempo "vemos que no funciona".

Marcos Otero, desde abogados Salvatierra, recuerda que "a mayores de la inexperiencia del jurado popular y los pocos requisitos que se determinan para formar par de él", la mediatización de estos procesos hacen "imposible" la no contaminación.

Otero recuerda el caso de Dolores Vázquez y de como "una inocente pagó por algo que no hizo porque la sociedad había dictado sentencia sin mirar nada más que conjeturas. Y ese daño es irreparable".

La enfermedad mental en el punto de mira

La cuestión a debatir no es si Sandamil asfixió o no a su hija, es saber si lo hizo en sus plenas facultades o no. El psiquiatra Jorge Luis Begazo alerta del peligro que puede derivarse de este caso: la estigmatización de las personas con trastorno de la personalidad.

Pese a que poco a poco "se va dando mayor visibilidad a los problemas referentes a la salud mental", la estigmatización y marginación de las personas con según qué enfermedades sigue siendo una realidad. El experto incide en que "poner etiquetas es un grave error" el mismos que pensar que todas las personas que padezcan una misma patología "se comportarán de la misma manera".

El psiquiatra lucense aclara que "la conductas violentas no solo se se unen a personas con una enfermedad mental ni tener un problema mental implica ser violento".

Incide en la necesidad de no dar una connotación "violenta inminente" cuando se habla de trastornos psicóticos o de personalidad "muy serios" porque lo único que va generar son falsos estigmas hacia personas que pueden convivir en sociedad.