¿Hay vida sexual tras un ictus?
Expertos en rehabilitación neurológica afirman que sufrir un ictus no tiene por qué impedir una vida sexual satisfactoria
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Vigo
El daño cerebral adquirido puede revolucionar completamente la vida de los pacientes, así como de sus familias y amigos en casi todos los aspectos, y cómo no, también repercute en la vida sexual de quienes lo padecen y sus parejas. Con motivo de la conmemoración del Día Europeo de la Salud Sexual y del más comercial Día de los Enamorados, expertos de Irenea, Instituto de Rehabilitación Neurológica de Vithas Vigo, llaman la atención sobre la importancia de la sexualidad y la afectividad como una parte fundamental de la calidad de vida de las personas con daño cerebral.
Aunque una parte de la sociedad sigue viendo la vida sexual de las personas con diversidad funcional como un tabú, los expertos en rehabilitación física, cognitiva y conductual de Vithas Vigo consideran importante recordar que “la sexualidad es una parte fundamental e inherente al ser humano y que contribuye de manera determinante a su sentimiento de bienestar personal”.
Concretamente, la Organización Mundial de la Salud recuerda que la sexualidad es un aspecto central del ser humano[1], que está presente a lo largo de toda la vida y que incluye las diversas conductas sexuales, al igual que el erotismo, las fantasías, el placer o la forma concreta que tiene cada persona de sentir su identidad sexual y de manifestar su vivencia del rol de género.
“Tras sufrir un ictus u otro tipo de daño cerebral, independientemente de la gravedad de su lesión, nuestros pacientes necesitan sentir atendida también su sexualidad y nosotros, como profesionales especializados, tenemos que ayudarles a estar preparados para el placer, para los afectos, para las relaciones eróticas e, incluso, para la decisión de ser padres, si así lo desean”, afirma Pablo Villarino, director de Irenea, Instituto de Rehabilitación Neurológica del Hospital Vithas Vigo.
Y es que, en el caso del daño cerebral, a consecuencia de un ictus u otro tipo de causa, diferentes estudios[2] confirman que se genera un impacto que puede afectar, en distintos grados, a todos los ámbitos de la persona: físicos, cognitivos, de comportamiento y también a la personalidad. Esto conlleva, en muchas ocasiones, un proceso de duelo por los cambios corporales y la modificación de los roles de funcionamiento familiar y social, que afecta tanto a quien lo sufre como a todo su entorno familiar.
A todo ello, puntualizan desde Vithas Vigo, hay que sumar que, a nivel físico, a las posibles dificultades motoras que pueden producirse se añaden los cambios en el aspecto físico corporal y en el funcionamiento de diferentes partes del cuerpo o de los órganos internos, lo que puede afectar a varias funciones, incluyendo las implicadas en el comportamiento sexual. Así como cambios en la autopercepción, el sentimiento de inadecuación y el hecho de necesitar cuidados en mayor o menor medida, lo que puede generar que la persona se sienta poco deseable y con menos posibilidades de recibir y proporcionar placer.
“Entre nuestros pacientes hemos observado que las mujeres que centran su feminidad en su cuerpo y en su capacidad para sentirse deseables y atractivas son más vulnerables a sufrir alteraciones en el aspecto afectivo y sexual y que, tras el daño cerebral o como consecuencia de los tratamientos farmacológicos, es frecuente que pueda modificarse su constitución física”, explica el responsable del Instituto de Rehabilitación Neurológica de Vithas Vigo.
Por su parte, en el caso de los hombres “proyectan su sentimiento de masculinidad en su órgano genital y su capacidad de erección, los cambios a partir del daño cerebral pueden conducir a una importante frustración ya que es frecuente que, tras la lesión, se produzcan alteraciones en la libido y también alteraciones conductuales en forma de apatía, que implica un embotamiento afectivo, o desinhibición”, afirma Pablo Villarino.
Los profesionales del Instituto de Rehabilitación Neurológica de Vithas Vigo abordan todos estos temas junto con la rehabilitación física, cognitiva y conductual, de forma holística, trabajando con la persona afectada y su pareja en la adaptación a la nueva situación, explorando las emociones en relación con la situación que ha generado el daño cerebral, facilitando el ajuste de actitudes y expectativas y potenciando todos los factores que permitan la vivencia de una sexualidad satisfactoria.