Sobre un morisco y un cura: las calles Peñato y Juan Dávalos Altamirano

Ser Mérida

Que la calle Peñato se hunde en la noche de los tiempos emeritenses es un hecho. Es una de las pocas vías de la ciudad que nunca ha cambiado de nomenclatura; que era un asentamiento morisco desde el siglo XVI hay constancia en el archivo histórico municipal. Sin embargo, poco sabemos qué referencia el nombre de la calle. ¿Algún lugar especifico en la calle?, ¿el apellido de alguno de sus vecinos? ¿era ilustre o importante en el barrio? Pues hasta ahí sabemos.

Mucho más conocido, al menos en los registros de la época, era Juan Dávalos Altamirano, párroco de Santa Eulalia y vicario de la ciudad, que vivía en la calle este nombre. Pero siempre quedará la duda, porque aunque hoy esté rotulada así, ¿pudo también estar dedicada a su primo Alonso, prior de la Orden de Santiago?

Son sólo dos ejemplos de los misterios del callejero de la ciudad que se desvelan cada miércoles en Ser Callejeros.